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Argentina'78

La clasificación de Argentina, revancha sobre Brasil

«Dónde están, que no se ven, los hermanitos de Pelé», gritaban en la madrugada del miércoles y hasta el amanecer del jueves los miles de argentinos que se lanzaron a la calle a festejar su clasificación para la final. «Y llora, y Brasil llora porque sabe que Argentina está de joda», cantaban los que habían sufrido el partido más emotivo de su historia. Pelé, como en respuesta a la mención indirecta que le hizo el público argentino, confesó ayer que al acabar el partido con Polonia estaba convencido de que Dios era brasileño. Pelé, al finalizar el partido de Argentina, se consolaba así: «Dios no permaneció mucho tiempo al lado de los brasileiros».

Dos días de fiesta están previstos si Argentina gana el Mundial. Hasta el miércoles de la próxima semana no podrá recuperar el país su pulso normal. Para Argentina en estos días no existe otro problema que el futbolístico. Para miles de argentinos no cuenta nada más. El espectáculo que proporciona el fútbol aquí no es comparable con nada. El bullicio de las calles para hacerse una idea habría que imaginárselo con las fallas y los sanfermines juntos. Ni siquiera en las horas del mayor fanatismo peronista fue posible producir una explosión patriotera de este tipo. El gran negocio de Argentina en estos días ha sido la fabricación de banderas nacionales. La lírica bonaerense habla ahora de «un viento celeste y blanco».Para Argentina su clasificación ha sido un éxito superior al de 1930 en Uruguay. Para Argentina llegar a la final ha sido una auténtica revancha. Argentina vive ahora bajo la óptica de una mística muy peculiar. El análisis de esta actitud habrá que hacerlo en el momento oportuno.

Pero mientras en Argentina todo, es fiesta, en otros lugares se analizan los resultados futbolísticos y, desde un punto de vista estrictamente deportivo, se llega a la conclusión de que el reglamento de la FIFA no es perfecto, ni mucho menos. Como primera cuestión hay que plantearse la incongruencia de que dos selecciones que han sido derrotadas previamente -Argentina por Italia y Holanda por Escocia, una selección eliminada- hayan llegado a la final. Antecedentes de este tipo existen en la historia de los Mundiales. En 1954 Alemania ganó a Hungría la final cuando con anterioridad había sido derrotada por la misma selección por 8-3. Brasil, que ganó en su grupo a Checoslovaquia, volvió a enfrentarse a este equipo en la final de 1962. Alemania Federal, en su segundo éxito mundial, fue vencida previamente por la República Democrática de Alemania.

El miércoles, antes de jugarse los partidos definitivos, podían darse casos como éstos: Italia, con un empate ante Holanda, podía quedar fuera de las dos finales y sobre doce puntos posibles hubiera sumado diez. No habría optado ni al tercer puesto, pese a no haber sufrido ninguna derrota. Con esa supuesta igualada, Holanda habría sumado sólo siete puntos de los doce posibles, al llegar a la final con des victorias. tres empates y una derrota.

Sobre la base del empate entre Italia y Holanda, Alemania, con una victoria sobre Austria, habría sumado ocho puntos, uno más que la Holanda finalista, al acabar con dos victorias y cuatro empates. De haber triunfado Italia y clasificarse Argentina, los italianos habrían ganado su derecho con once puntos de los doce posibles, mientras que Argentina únicamente hubiera contado con nueve.

En el encuentro entre Brasil y Polonia también se producían algunas contradicciones desde el punto de vista deportivo. En caso de que Brasil obtuviera el pase a la final, lo hacía sobre la base de tres victorias y tres empates, es decir, nueve puntos, los mismos que Argentina, que podía quedar fuera por diferencia de goles, y menos que Italia, si empataba con Holanda. Polonia, con una goleada a Brasil, podía superar a este equipo y a Argentina, y con ello disputaba el título con diez puntos. Con la misma puntuación, por cuestión de goles, se quedaba para optar a la tercera plaza.

Estas combinaciones indican que la fórmula que se sigue no garantiza que los mejores ocupen los primeros puestos. Ya en el Mundial de Alemania se dio el caso de que Escocia quedó eliminada sin haber sufrido ninguna derrota. Desde un punto de vista puramente deportivo no parece muy justo que la final del Mundial la disputen dos selecciones que han sido derrotadas. Quizá la eliminación directa eliminaría este Juego actual en el que, como en las ligas nacionales, se busca deliberadamente el empate.

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