Los viejos y los niños
Ya le voy yo cogiendo el tranquillo a este alcalde. Como a lo único que aspira uno en esta vida y en la otra es a cronista oficial de la Villa autotitulado (que si no, no vale), resulta que mi deuteragonista natural es siempre el alcalde de guardia, y al señor Alvarez me puse a estudiarlo aplicadamente desde el día en que salió elegido (elegido por su señorito, que otra cosa no).Arespacochaga lucía aún el laconismo imperial de nuestro estilo. O sea, del estilo de nuestros padres. Era un hombre de la guerra. El señor Alvarez, como contrapartida, ha traído la política contraria y contrapuntística de las cien flores y las cien sonrisas y las cien escuelas, no ya de pensamiento, como Mao, pero sí escuelas de párvulos, que también hacen falta. Y, en todo caso, Mao o el postmaoísmo es lo que se lleva hoy aquí.
Alvarez no tiene bigotillo espadachín de ex combatiente, como Arespa, sino una sonrisa que viene a hacer, mediante una política de viejos y niños, la mala política municipal de siempre. Ahora ha metido en el Retiro una guardería infantil y una ciudad de ancianos. ¿Quién va a escribir nada contra los niños y contra los ancianos, y uno menos que nadie y que nada: uno, que cada día se siente más niño y más anciano? Esa es la rara astucia de UCD y de sus hombres despolitizados, que son los más útiles en política.
Porque resulta que a la meseta mesetaria, mancheguista y off-Tarradellas le sobra superficie para tener guardados a los niños en la superficie para tener guardados a los niños en las más saludables guarderías del mundo. y para tener alojados a los ancianos, del rosa al amarillo, en las mejores residencias de Europa, como una adonde íbamos Eduardo Roldán, el gran pintor, y yo, a ver a su madre hasta que se murió. ¿Por qué, entonces, meter las casas para niños y viejos en el Retiro? Rara astucia, ya digo, que usa de un terreno donde no se pueden hacer urbanizaciones baratas o caras, mientras yo soy testigo directo de cómo se venden y compran en la provincia de Madrid tierras para el «viva fuera de Madrid» y «disfrute el campo a quince minutos de la Puerta del Sol». Un terreno campestre parcelado para los niños o los viejos. es un terreno perdido -así lo veo yo al menos-, pues supone una inversión ñula y las multinacionales de la construcción pagarían por él el oro de Wall Street y el moro de Argelia, que ahora vuelven a la embajada mis amigos Kelladi y Hafida, por lo que leo Entonces, los niños y los viejos, al Retiro, que ahí sería mucho cante levantar un Moratalaz entre el Palacio de Cristal y los cisnes unánimes y rubenianos del lago. La ofensiva de los niños y los viejos, del señor Alvarez, se parece ¿ la ofen siva de las flores y las escuelas, de Mao, y quién sabe los sonrientes neutrones que se esconde detrás. Parece que don José Luis Alvarez va a hacer las mismas barbaridades que todo el arespacochaguismo de cuarenta años atrás, pero sin el lace nismo imperial de aquel estilo, sino con la sonrisa cordial de UCD.
Porque el Retiro, Alvarez, amigo, no es ni puede ser nada más que el Retiro, un puro espacio en blanco, una pausa verde en el asfalto un respiro ue se toma Madrid para curarse su cáncer de ulmón, un sitio donde la nada se jnadfifica, como en el existencialismo de Sartre (antes de que Sartre se confesase de sus pecados comunistas con Goytisolo). Fuera del Retiro las salas de fistas las ferias del libro, las guarderías infantiles las residencias de ancianos. Si conseguirnos, por fin, llevarnos del Retiro los leones, que eran una ordinariez, no vamos a llenarlo de: eoncitos infantiles y párvulos, o de leones en invierno, que son los viejos, porque ambas especies, tan furiosamente amadas por mí, tienen mucho ancho y propio donde estar y, sobre todo, porque son una coartada humanitaria y municipal para seguir recortándonos el Retiro, que al fin y al cabo es una alegoría de la libertad con barquillos, y por eso lo odian todos los políticos.
Arespacuchaga atacaba con las pirámides ominosas de Vaquero Turcios y Alvarez ataca con viejos y niños, que son su carne de cañón consistorial El mundo entero es y debe ser de los viejos y los niños. ¿Por qué encerrarlos en el Retiro, como si fueran monos? El Retiro es sólo de los cisnes y de los novios. Lo demás es intrusismo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.