El sentimiento de los vascos
Apenas se inició ayer la sesión por la mañana, alguien de los que están en el ajo levantó la mano con cierta humildad para pedirle al presidente un poco de tiempo. Se trataba de hablar un rato antes de entrar en el artículo 141. La noche anterior los portavoces durmieron a pierna suelta, sin reuniones secretas, sin desfile de embozados por la oscura calleja, sin conspiraciones de bocadillo, quiere decirse que los portavoces se habían retirado a la hora razonable de un buen padre de familia sin pactar nada. Esta vez la ceremonia del trato se realizó a la vista, allí, en el pasillo central, durante media hora, con mucho juego de tresillo. En este rincón estaban los vascos, en una esquina de los escaños rumoreaban los socialistas y al pie de la tarima los de UCD echaban las cuentas sobre el cartapacio, mientras el heraldo Clodomiro iba y venía con el boleto de las apuestas. Por un momento los tres grupos unían sus cabezas en un punto medio del corredor, ladeaban la hoja del oído para escuchar al que traía la última oferta, y luego se separaban ceñudos y braceantes hasta ocupar cada uno su terreno. No se oía más que un leve rumor de trato, pero si la descripción también es una forma de llegar al conocimiento, los gestos de este mercadillo daban la idea de una lonja pesimista. Todo eso contemplado desde medio metro de altura. El artículo 141 trata de las competencias exclusivas del Estado frente a las comunidades autónomas, con veintinueve apartados. que a unos parecen demasiados y a otros demasiado pocos, como siempre pasa. Pero el nudo está en los vascos, que tienen una cuita muy importante con este tema. Ellos quieren que la Constitución les reconozca sus derechos históricos y forales, y el consenso sólo llega a ofrecer una alusión simbólica y dejar un portillo abierto para que las cosas caigan por su propio peso, a su debido tiempo. La última novedad a final de la mañana era que la burra estaba prácticamente vendida. El Partido Nacionalista Vasco ha reservado su enmienda a la totalidad de este artículo para jugarla, según el resultado del arreglo final, al tratar de la disposición transitoria. A última hora el rostro sentimental de Arzallus parecía más animado, sin ese rictus de dolor territorial. La alegría en la cara es señal de enmienda ganada, ya lo dice el adagio.
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