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Giscard intentará apaciguar hoy las críticas hacia su gestión

El presidente de la República francesa, Valery Giscard d'Estaing, ha invitado esta tarde a la prensa francesa y extranjera al palacio del Elíseo para participar en la primera rueda de prensa que ofrece tras su victoria en los comicios legislativos de marzo último. El descontento que ha empezado a manifestar la opinión como consecuencia de las últimas medidas económicas, un cierto malestar social y la política exterior, especialmente la africana, son los temas que dominarán la reunión.

«Cuando ganó las elecciones presidenciales, Giscard empezó inmediatamente a perder tiempo. Ahora, después de su triunfo en las legislativas, ya ha empezado también a perderlo.» Esta consideracion, emitida ayer por un editorialista de la prensa en París, esboza el sentimiento general del país a la hora de la primera confrontación del presidente con la prensa. Quizá por ello ha decidido lanzarse a la arena.

Tras su éxito en la elección presidencial de 1974, la mayoría del país, con mayor o menor entusiasmo, pensó que el señor Giscard d'Estaing representaba una esperanza reformista. Sólo los comunistas, en aquella época, afirmaron que «Francia ha elegido al presidente más reaccionario de toda su historia». Los tres años siguientes demostraron que, en el terreno de las costumbres, el reformismo se realizó, pero las reformas de estructuras, la reforma de la empresa, la fiscal, la de los circuitos de distribución, poco a poco fueron relegadas al olvido.

Así, se configuró el peligro de la oposición de izquierdas, que los últimos comicios legislativos no confirmaron. Y, así también, el crédito político del presidente se rehizo de nuevo.

Insatisfacción

Pero tres meses después de la consagración del presidente como «el gran triunfador» de la consulta ya referida, los indicios de insatisfacción vuelven a aflorar. La política económica del primer ministro, Raymond Barre, fundada en el liberalismo más largo y más drástico de la historia de Francia, justificado por la necesidad imperiosa del saneamiento económico y financiero, afecta de la manera más directa al bolsillo de la mayoría de los franceses, amenaza con la desaparición de pequeñas y medianas empresas y aumenta el paro de manera regular. Como consecuencia inmediata, el clima social se enturbia, no de manera espectacular, pero con la multiplicación de conflictos.Y a estas determinantes de la vida interior se añade la política exterior giscardiana, desaprobada por toda la oposición y por la corriente gaullista de su mayoría que, por añadidura, critica igualmente su política económica y social.

Desigualdad social

El presidente, esta tarde, intentará responder a todas estas inquietudes. Medios próximos al palacio del Elíseo declararon ayer que el señor Giscard anunciaría hoy medidas susceptibles de hacer frente a la «tragedia» francesa permanente: las desigualdades sociales, cuya solución implicaría las reformas fundamentales económicas y de estructuras.Ayer, el sindicato socialista autogestionario Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), apoyándose en estadísticas oficiales, hizo público un balance de estas desigualdades que, en opinión de los expertos, es el más completo y exacto que se ha realizado hasta la fecha en Francia. Según el referido informe, los dos extremos de la pirámide social se traducen de la siguiente manera: el 1 % de las familias francesas más favorecidas (200.000, aproximadamente) se reparten el 10 % del beneficio nacional. Y en el otro extremo, el más desfavorecido, el 10 % de las familias (dos millones) se reparten el 1,1 %.

En el campo del patrimonio, de los dos extremos también de la escala social, el balance arroja el resultado que sigue: el 10 % de los franceses ricos posee el 50 % del patrimonio nacional, contra el 30 % de los franceses del otro extremo, que no es propietario de nada prácticamente.

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