El fútbol español, a comprar y a culpar
No hay remedio en la botica. Si, como es lógico, la selección española resulta eliminada hoy domingo, bien por su resultado, bien por el de los brasileños o por combinación de uno y otro, ya está preparada la coartada. Los errores de Pirri al irse al ataque contra los austríacos. El fallo de Cardeñosa en no rematar a tiempo un balón a meta abierta contra los brasileños. Y el árbitro francés Robert Wurtz, que, como diría un viejo chascarrillo brasileño, no tengo tiempo a explayar en toda su dimensión, es lo que llamaríamos el «amigo da onca». Es una tradición hispánica que desde aquí brindo al profesor Sánchez Albornoz. Siempre hay un culpable, chivo expiatorio de las desgracias patrias. De la invasión musulmana, el conde don Julián, que ahora ha fichado Juan Goytisolo, o los devaneos de don Rodrigo con Florinda la Cava, que le rascaba los piojos a la orilla del toledano Tajo. Bellido Dolfos, de la muerte del rey Alfonso y la inexpugnación de Zamora. El fútbol recoge la vena legendaria, aunque no haya encontrado todavía poetas ni juglares que canten sus romances.Los mexicanos, que a base de corridos han logrado ilustrar popularmente desde su Revolución de Madero hasta Cárdenas, podrían servir de ejemplo. ¡Qué romancero el nuestro, madre mía! El corrido de Belauste, el de Zarra, el de Marcelino, el del «bambino» de Roma, el del árbitro de Bolonia, el de la pérfida Albion, el de la desgracia de Vallana al autogolearse. Todo este material folklórico y mucho más terminaría por el momento en la etapa Kubala y su azarosa participacion en el Mundial de Argentina. El caso es que si acaece volver una vez más a España chasqueados, la panoplia de excusas sea amplia para proteger a los verdaderos culpables de que la selección española haya ido a Argentina representando un fútbol nacional organizado y desarrollado para lo mediocre y, además de eso, haya ido muy mal preparada -si es que ha ido preparada de alguna manera- por un seleccionador que cada año que pasa (pronto diremos lustros o cuartos de siglo) en el ejercicio de su cargo, descubre más faltas que una preñada. Creo que en el Mundial argentino sólo el escocés McLeod podría echarle un pulso.
Preparemonos, pues, para asaetear a M. Wurtz si las cosas no salen bien. Las flechas se desviarán o seguirán desviándose de sus auténticos blancos y el próximo pleno concluirá con congratulaciones, promesas y una terrible «sfumata» de cigarros habanos. La justicia federativa, peor que la justicia de Almudévar que ilustra el folklore aragonés (no hay tiempo ni lugar para explayarlo tampoco), ha castigado la corrupción del fútbol en un par de futbolistas que deben ser capaces de gastarse millones en comprar partidos como «hobby» de final de Liga.
En esas condiciones, el fútbol español se juega hoy una carta de prestigio, con ayuda del peonaje si no sale como deseara, para el partido de hoy en relación con el de Austria contra Brasil. ¿Que Austria se clasifica? Con decir que el fútbol «español» ha logrado e concurso de Krankl para el porvenir ya está arreglado todo. Entre el poderío de Austria que no vio Kubala ni por rayos X, y las elucubraciones del propio Kubala, los austriacos fueron quienes nos echaron a la cuneta. La respuesta automática es adquirir lo mejor de Austria. El Español, que tuvo a Senekowitch en oferta y lo desdeñó, debe esta tirándose de los pelos. Pero ya se habla de que Krankl está en el bote. ¿Y por qué no Kreuz o Prohaska o Sara o Pezey, es decir, todos aquellos a los que el seleccionado español consideró pobres coristas? Podríamos consolarnos con decir, según el viejo lema casamentero de los Habsburgo, que hagan la guerra -o el fútbol- los demás, mientras el feliz fútbol español compra lo ganadores «manque pierda». Con ello y una detección de culpas ajenas a la realidad Porta y Kubala persistirán y organizarán e Mundial español de 1982. ¡Qué horror!
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