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Nadar y guardar la ropa

La indecisión de que el Gobierno está haciendo gala a la hora de acometer decisivamente los diversos planes de reestructuración sectorial que el proceso de ajuste de la economía española precisa conlleva, en sí misma, un cúmulo de riesgos de toda índole que se antojan cuando menos innecesarios.Estudio tras estudio, promesa tras promesa, el Gobierno parece descaradamente insensible a la crítica evolución de sectores que, como en el caso de la construcción naval, comprometen en su evolución futura la práctica supervivencia de cientos de miles de personas. Dejando al margen los graves perjuicios económicos que ello comporta -ya se sabe que cuanto más tarde, más costoso es todo-, el Gabinete de UCD desprecia sistemáticamente el grave riesgo de enrarecimiento de los balbuceos democráticos presentes que la persistencia de focos de inquietud puede llegar a generar. Pueblos, ciudades y comarcas enteras viven desde hace meses en la permanente incertidumbre de cuál va a ser el coste social y económico que deberán soportar cuando la decisión de sanear, reconvertir o reestructurar sectores básicos en crisis llegue a materializarse. El añejo planeamiento tecnodesarrollista concentró actividades, basando la subsistencia de regiones enteras en un solo sector de actividad.

Solo cabe esperar que alguien, más o menos cínicamente, se decida a justificar indecisiones y demoras, aduciendo la perpetua cantinela de que primero es preciso concluir el nuevo texto constitucional. A este paso, a nadie extrañaría que UCD intentara incluir entre los artículos constitucionales uno que consagrara el derecho de todo ejecutivo a nadar y guardar la ropa. Esta ha sido, al menos, la táctica aplicada, en los hechos, desde el 15 de junio electoral.

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