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Los pleitos particulares del banderillero Curro Álvarez

El cuarto novillo era un problema para todos los lidiadores, y más para los banderilleros. pues les esperaba con las del beri. Y en esto, Curro Alvarez. Es Curro Alvarez un peón de brega notable y banderillero excelente, ya hace muchos años descubierto por la afición, pero polémico, porque le gusta el aplauso y le va la pinturería. Es más, hay quien no le aguanta.A ese novillo de las del beri le puso dos pares soberanos, de enorme emoción, y en difíciles terrenos. La plaza estaba expectante cuando citaba, por la evidencia del peligro, y se puso en pie en el momento mismo de cada reunión, que fue siempre en la cara, dejándose ver el torero, para aguantar el derrote, y luego salía con limpieza. andando. Bien hasta aquí.

Plaza de Las Ventas

Novillada de feria. Novillos de Eugenio Marín Marcos, desiguales de presentación, conicortos; nobleel primero, mansosycon problemas el resto. El cuarto debió ser castigado a banderillas negras. El Santi: dos pinchazos y estocada (aplausos ysaludos con una toalla). Pinchazo y estocada corta (aplausos y salida al tercio). Manolo Sales: Estocada trasera y baja (palmas, cuando saluda con la toalla). Estocada tendida, rueda de peones y cuatro descabellos (pitos). Jesús Márquez, de Málaga, debutante: estocada delantera, perpendicular y desprendida (palmas, que se convierten en protestas cuando intenta darla vuelta al ruedo). Pinchazo perdiendo la muleta y estocada corta, delantera y caída (silencio). Presidió sin complicaciones el comisario Mantecón.

Hay una teoría según la cual los peones han de salir poco menos que de incógnito, de hurtadillas; han de ser eficaces sin que se les note, no deben molestar al matador (en el supuesto de que al matador se le lleven los demonios porque el subalterno, además de la soldada, se gana unos aplausos) y rehuirán el lucimiento personal.

¡Niego la mayor! El espectáculo lo es desde que sale el toro y todo cuanto sucede en el ruedo ha de constituir espectáculo, sea el que lo haga el jefe de la cuadrilla o el chico de los recados. La plenitud de la lidia, si tal plenitud hay -y así debería ser siempre-, admite y hasta exige que se luzcan los peones al parar al toro, los picadores en varas, los banderilleros en su tercio, el matador con capote y muleta, hasta el mismísimo Agapito en el cachetazo final.

Otra cosa, sin embargo, es pasarse. Y Curro Alvarez propende a pasarse un pelín, o toda una cabellera hirsuta -como ocurrió el domingo- Banderilleó con enorme exposición y técnica y hasta ahí cumplió como los buenos. Pero, a la salida del par, se puso a correr al novillo, a cuerpo limpio, a darle con la mano al testuz, y bordeó la temeridad, de forma que llegó a verse con los pitones bajo la chaquetilla, y si no hubo cornada esa fue la suerte grande que hubo en Las Ventas en aquel momento.Pero resultó además, por lo que se vio después, que tales.alardes ni siquiera eran para el público, sino para un crítico que, al parecer, escribió de Curro Alvarez lo que a éste no le gustó leer. Y el disconforme banderillero se dirigió adonde el aludido y admirado colega suele tener su localidad, para decirle algo. Pero no lo encontró.

En cambio sí se encontró con que en lugar de aplausos tenía bronca, y gritos de « i multa! », que es debida a sus excesos incontrolados de encararse con el público. Allá él con sus cuestiones o pendencias particulares, que a la aficción de Las Ventas ni le van ni le vienen. Ya son muchos, entre quienes pisan los ruedos, que le tienen perdido el respeto al públic& El Pimpi se encaró el viernes con un espectador. El Pirri se echó la manaza al bajo vientre en la misma corrida cuando más fuerte era la protesta a su jefe natural (ElViti). Y luego, lo sabido de los picadores, puestos en pie de guerra para salir con los peto s antirreglamentarios. O la autoridad corrige de una vez y sin contemplaciones semejantes desmanes o este espectáculo entrará de lleno, y sin posible remedio, en una farsa mediante la cual se toma el pelo a la gente, desde la impunidad.

Mansos y con problemas los novillos de Marín Marcos, el Santi, Sales y Márquez estuvieron con ellos voluntariosos. El Santi dejó escapar el único verdaderamente noble, que fue el primero, por su faena nerviosa, rápida y destemplada. En las otras cinco reses hubo porfías, a veces pico, valor, e imposibilidad de ver faenas más o menos completas en quienes lógicamente, aún no tienen técnica para resolver el problema del toro que se queda, que derrota, que busca. Sales sufrió una voltereta sin consecuencias, por aguantar en el natural un parón del segundo. Este torero dio unos bonitos lances a una mano, cuando recibió al mismo novillo. El Santi se dejaba poner en el pecho los pitones del quedadísimo cuarto, cuando le citaba. Márquez hizo tremendismo, con espaldina incluida -ese trasnochado muletazo-

« ¡El peto, sinvergüenzas! »oímos gritar más de una vez, desde el tendido. Todo el mundo está pendiente de la autoridad -en concreto, del gobernador civil, Juan José Rosón-, para comprobar si en lo sucesivo, y ya para la corrida de Beneficencia, exige que se cumpla el reglamento o se hace el sueco.

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