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"El conductismo es consecuencia del racionalismo científico del siglo XIX"

El profesor Pierre-Bernard Schneider, director de la Policlínica Psiquiátrica Universitaria de Lausana (Suiza) es una de las figuras más relevantes de la especialidad de la que hoy se ocupan estas páginas. Con él EL PAIS mantuvo la siguiente entrevista.Pregunta: Profesor Schneider; acaba usted de dar una conferencia en Madrid, en el marco del Instituto de Estudios Psicosomáticos y Psicoterapia Médica, sobre el tema de la psicoterapia. Con este término se designan métodos terapéuticos muy diversos, por ello nos gustaría saber cuál es su concepto de la psicoterapia.

Respuesta: Le doy la definición que mis colaboradores y yo hemos publicado en el libro Propedeutique d'una psychothérapie: « La psicoterapia es un método médico de tratamiento de los trastornos fisicos y psíquicos que son debidos a conflictos intrapsíquicos conscientes e inconscientes no resueltos. Se necesita por parte del paciente un compromiso voluntario, una colaboración, el deseo y la posibilidad de establecer con el psicoterapeuta una relación interpersonal subjetiva muy particular que llamamos relación psicoterápica, la cual permite el establecimiento de un proceso psicoterápico donde el lenguaje interviene como modo preferente de comunicación. La finalidad ideal de la psicoterapia es la de permitir al paciente resolver por sí mismo sus conflictos intrapsíquicos teniendo en cuenta su ideología y no la del terapeuta.»

P. ¿Las nociones de conflicto inconscientes y de relación interpersonal existentes en esta definición implican que está usted hablando del psicoanálisis?

R. No exactamente. Estoy hablando de una serie de técnicas inspiradas en el psicoanálisis, tanto en el ortodoxo como en sus derivaciones, y que tienen todas en común el concepto de estructura inconsciente del psiquismo, la utilización terapéutica de la relación interpersonal y el empleo del lenguaje como modo preferente de comunicación. No estoy hablando en cambio de otras terapias, por muy científicas que sean, como por ejemplo las que se basan en las teorías de la comunicación o en el conductismo y que prescinden de la dimensión inconsciente y que para mí no son psicoterapia. Concretamente, el conductismo es una secuela del racionalismo cientificista del siglo XIX.

P. Sin embargo, cabe preguntarse si los fenómenos psíquicos que se producen en una psicoterapia pueden ser estudiados y evaluados científicamente.

R. En efecto, creo que una psicoterapia no se convierte en un hecho científico más que cuando se intentan comprender los mecanismos y evaluar los resultados según los criterios que pertenecen normalmente al dominio de las llamadas ciencias exactas. Personalmente, esto es algo que me interesa desde hace tiempo. En el servicio que dirijo existe un centro de investigación que ha realizado varios trabajos en este sentido como, por ejemplo, un estudio estadístico por medio del llamado análisis factorial de todos los pacientes que recibían psicoterapia en un momento dado y que ha puesto en evidencia una serie de interesantes correlaciones que sería largo detallar. Asimismo, y en lo que se refiere a la evaluación de los resultados psicoterápicos, estamos utilizando un test semántico (el test de Osgood) que intenta medir los cambios intrapsíquicos de los pacientes en psicoterapia a través del registro de las modificaciones del lenguaje de los enfermos a lo largo de su tratamiento.

Aplicables en organismos públicos

P. Desde un punto de vista práctico, y dados los inmensos problemas organizativos que la psiquiatría española tiene que resolver en un próximo futuro, ¿cuál es su opinión sobre la aplicación de las técnicas psicoterápicas a una psiquiatría pública de orientación social?R. Las técnicas psicoterápicas de inspiración psicoanálítica son perfectamente aplicables a las instituciones psiquiátricas públicas, tanto ambulatorias como hospitalarias, como lo muestra el ejemplo de lo que ocurre en Lausana y en otras ciudades y regiones suizas, así como en otros países. Son asimismo compatibles dentro de una institución con otras terapias medicamentosas, o de otro tipo, así como con un planteamiento general socio-psiquiátrico siempre que domine en ella un espíritu pragmático y no sectario. Es cierto que cuesta cierto tiempo introducirlas, ya que hay que vencer las defensas que en médicos y personal produce el conocimiento del inconsciente de los pacientes y de ellos mismos. Pero ése es el precio que hay que pagar para mantener en una institución una verdadera tendencia psicoterápica.

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