Frustrado recital de Iggy Pop

El pasado lunes actuó Iggy Pop en un concierto lleno de excepcionalidades. La primera de ellas fue el lugar donde se celebró (mejor sería decir realizó) el acto. El pabellón deportivo de Móstoles aparte de encontrarse a casi treinta kilómetros de Madrid y carecer de unas comunicaciones dignas, posee una acústica infernal capaz de dar al traste con todo tipo de música.Tras casi dos horas de retraso (había demasiada luz natural) salió a escena Peligro, grupo punkie de Barcelona que consiguieron machacar tanto la sensibilidad musical como la auditiva de los presentes. Malos de solemnidad, intentaron solucionar con watios lo que les faltaba de energía y capacidad, y su actuación fue un páramo de aburrimiento a un volumen del que era imposible evadirse.

Nada más aparecer Iggy Pop se vio con toda claridad que lo único bueno que podía surgir de allí era la presencia escénica de Iggy. El que una vez fuera el líder de Stooges, uno de los grupos más demenciales de los años setenta se movió en el escenario de una forma in descriptible. Como un muñeco insano y anfetaminado desató una violencia en el escenario como pocas veces se ha visto en nuestro país. El, su cuerpo, su expresión fue la segunda excepcionalidad. Lástima que los temas extraídos casi en su totalidad de sus dos últimos elepés apenas pudieran identificarse. Lástima que errores técnicos previsibles impidieran el logro de un concierto que podía haber hecho época.