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Las Brigadas Rojas atentaron ayer contra un sindicalista en Turín

Juan Arias

De nuevo ayer, las Brigadas Rojas se manifestaron con el lenguaje de las armas, disparando a las piernas, en Turín, a un sindicalista de la Fiat. Se trata de Sergio Palmieri, de 39 años, responsable de la oficina de relaciones sindicales de la sección de carrocería de Miraflori. Tres terroristas, dos hombres y una joven rubia, le dispararon con sus pistolas, fracturándole la tibia y el fémur. Su estado no es grave. Le atacaron cerca de su habitación, mientras estaba para salir al autobús y después que había dejado a su hijo en la escuela.

Mientras tres de los terroristas disparaban contra Palmieri, un cuarto, pistola en mano, paraba a los transeúntes. Muchos niños, que estaban entrando al colegio, fueron testigos de la escena. Los brigadistas huyeron en un Fiat 128 azul. Con la habitual llamada de teléfono a la agencia Ansa reivindicaron el atentado una hora más tarde. Una vez más, la indignación se manifestó públicamente en los ambientes obreros y sindicalistas de la Fiat.

Propuesta socialista

Mientras tanto, la noticia del día en el campo político fue la nueva propuesta de los socialistas para salvar la vida de Aldo Moro. Bettino Craxi había sorprendido ayer a la opinión pública con un artículo firmado en L'Avanti, órgano del partido, en el cual solicitaba una «iniciativa autónoma del Estado» para salvar la vida de Moro. En su artículo, una frase había chocado mucho: «Quien afirma que Moro se mata, quien lo hace, es un criminal de guerra y como tal debe ser tratado.» La petición de Craxi empujó a Zaccagnini a dejar la sede de la DC para entrevistarse con Craxi en la sede socialista. La visita fue seguida de una reunión urgente de la dirección democristiana, que duró hasta la madrugada de ayer. Zaccagnini, acusado por Moro, en sus cartas, de no interesarse suficientemente para salvarle la vida, declaró ayer que su encuentro con Craxi se movía en la línea de «sondear todas las posibilidades que a la DC ofrecen los demás partidos para salvar la vida de Moro». Pero toda la dirección se mantuvo unánime en sus posiciones oficiales de «mantener el máximo respeto a las leyes institucionales».

Los socialistas no formularon aún oficialmente su petición, pero en parte la anticipó ayer el nuevo vicesecretario, Claudio Signorile, en una entrevista a Repubblica. Después de una reunión de la dirección socialista con los juristas de su partido (y quizá con el abogado de Curcio, Giannino Guiso, socialista y amigo de Craxi), parece ser que estarían dispuestos a aceptar que un grupo de amigos de Moro pida a las Brigadas Rojas que consideren a Moro prisionero de guerra. De este modo, no podrían matar a Moro sin renunciar a su identidad de «combatientes comunistas contra el Estado». Tal iniciativa podría ser adoptada en base al artículo tres de la Convención Internacional sobre la que se funda la Cruz Roja, la cual se interesa precisamente de los casos en los cuales el Estado de guerra no se reconoce formalmente.

Pero en este caso, ¿qué se podría ofrecer concretamente a las Brigadas Rojas? Según los socialistas, que repiten continuamente que no quieren meter en dificultad a la mayoría de Gobierno, pero que tampoco quieren quedarse con las manos cruzadas como los comunistas, se podrían abrogar las cárceles especiales con una nueva ley, y se podría liberar a alguno de los brigadistas ya condenados, que están enfermos.

Pero la respuesta de los partidos ha sido ya un «no» unánime. Comunistas, republicanos, socialdemócratas y liberales han anunciado ya que las cárceles especiales no se tocan porque fueron instituidas con dos motivos muy precisos: para que los brigadistas no se escapen y para que los delincuentes comunes no se «contagien» políticamente.

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