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Mejoran las relaciones entre Bonn y Moscú

Una semana antes de que llegue a Bonn Leónidas Brejnev, jefe del Estado y del PC soviético, no existe aún claridad sobre los temas que habrá de tratar durante dos días con el canciller Helmut Schmidt. El Kremlin no ha aprobado aún el programa del viaje presentado por el protocolo alemán ni se ha respondido, al parecer, a la oferta de Kohl y Strauss, jefes de la Democracia Cristiana, de entrevistarse con el líder soviético.

Algo, de todas formas, ha cambiado en el clima previo a esta visita, aplazada repetidamente por causas más o menos de peso. De la noche a la mañana han desaparecido de la prensa moscovita las alusiones ofensivas contra la RFA. Bonn lamentó la pasada semana que Moscú dedicase las primeras páginas de sus diarios y revistas a enjuiciar en tonos muy duros el «revanchismo alernán», el paro creciente en la RFA, su expansionismo comercial, la limitación del derecho de asilo, el berufsverbot contra quienes no se identifican con los partidos mayoritarios. Tiempos Nuevos dedicaba la cuarta parte de su número de marzo a una foto en la que aparecía una formación neonazi, brazo alzado.

Apenas regresó de Moscú el encargado de relaciones del Partido Socialdemócrata, Egon Bahr, se produjo un clima radicalmente distinto. Incluso Brejnev ha anticipado ya que coincide con el canciller Schmidt en que no debe tratarse los días del 4 al 6, durante su visita, el tema de la bomba neutrónica. Por razones distintas, Bonn y Moscú coinciden en dejar que sea el presidente Carter quien tome la iniciativa.

La DC quiere que se hable de derechos humanos

Ahora las diferencias se observan en los grupos parlamentarios alemanes, que se propusieron elaborar conjuntamente un catálogo de temas a tratar con Brejnev. La Democracia Cristiana quiere que se hable explícitamente de la bomba de neutrones y de los derechos humanos en la URSS. Sin embargo, todos los partidos parecen de acuerdo en que, sobre todo, debe evitarse «neutralizar» los resultados positivos que cabe esperar de esta visita del dirigente soviético. Moscú es un excelente receptor de inversiones y de tecnología alemana. A pesar de que los últimos años han significado un frenazo en el primer capítulo.Todos los interlocutores -Brejnev, social-liberales y democristianos alemanes- están al menos de acuerdo en que la visita debe contribuir a relanzar los intercambios comerciales y reafirmar las bases de la distensión. Como símbolo, puede que se firmen algunos tratados ya antiguos y pendientes de ratificación, a la espera de que el Kremlin accediese a incluir a Berlín occidental, lo que ya parece seguro. Los tratados se refieren a asistencia legal para los ciudadanos de ambos países, intercambios culturales y cooperación científico-técnica. En este último paquete se incluiría la construcción de plantas industriales y la con siguiente concesión de créditos, sobre los que aún pesa un absoluto silencio oficial.

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