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Carlos do Carmo: "El fado es una canción eminentemente urbana"

La nostalgia y la tristeza como forma estética

Carlos do Carmo llega a Madrid como el gran renovador del fado. Parecía como si bajo la marea de nueva canción portuguesa (José Afonso, Fausto, Sergio Godinho, Luis Cilia ... ) el fado, ese fado que cantantes como Amalia Rodrigues convirtieron en propaganda lacrimógena y ramplona del salazarismo, hubiera sucumbido para siempre. Pero no es así. Carlos do Carmo lo reverdece, lo dignifica como forma de expresión popular y consigue con ello que incluso aquellos que no disfrutamos lo más mínimo con ese canto estemos dispuestos a escucharlo con respeto.

El fado es una canción eminentemente urbana», dice Carlos. «Sus orígenes se remontan a las canciones que los marinos traían a Lisboa. En el mar cambian los hombre; la nostalgia y la tristeza crean nuevas formas estéticas: eso es el fado. Es por ello que la canción se desarrolló en el seno de las tabernas y su contenido no fue sólo popular sino también revolucionario.»Y, sin embargo, no es esa imagen la que ha llegado al exterior. Ni siquiera a las nuevas generaciones de portugueses que han conocido siempre el fado como el lamento alienante y alienado.

«Con el fascismo, el fado llegó hasta los salones de la alta burguesía, a ser utilizado por ésta, y también a partir de ese momento la intelectualidad progresista, debido a una reacción lógica, comenzó a considerarlo como una canción reaccionaria.»

En su último trabajo (Un hombre en la ciudad), Carlos do Carmo refleja, a través de doce letras del poeta Ary dos Santos, la vida en una ciudad, Lisboa. Parece que no exista más folklore en Portugal que este fado lisboeta, que sólo una ciudad sea capaz de producir música.

«Lo cierto es que el fado no sólo existe en Lisboa. En Coimbra, por ejemplo, el fado de los estudiantes llegó a tener unas características propias y definidas (José Afonso comenzó cantando fados de Coimbra). Otras regiones como Alentejo tienen también expresiones musicales muy bellas. La utilización del fado es igual que la del flamenco en España.»

Carlos do Cano, en todo caso, no es un desconocido. De hecho era uno de los cantantes más cotizados antes del 25 de abril.

« Lo que yo hacía antes era dotar a mis fados de una cierta riqueza estética a través de poesías que en ningún caso podían ser consideradas como alienantes. Durante la dictadura, el mero hecho de Presentar una Poesía estéticamente bella, ya era revolucionario. Sin embargo. después del 25 de abril me vi forzado, como todos, a realizar una opción clara. He esperado casi dos años para no caer en la maraña de oportunistas que surgieron entonces. Pero la opción estaba tomada y no podía ser más que de clase. De esta forma pasé a ser una especie de tránsfuga de la burguesía culta, que antes disfrutaba conmigo y que ahora me ven como un enemigo, sin embargo, me siguen escuchando, soy un poco su mala conciencia. Esto refleja muy bien los mecanismos ideológicos de esa burguesía.»

«La nueva canción portuguesa fue fundamental. Creó un sentido responsable frente a las letras y la música, que a su vez generó un sentimiento de exigencia en quienes no estábamos haciendo nueva canción por renovar y dignificar aquellos terrenos en los que trabajamos, en mi caso, el fado.»

En Carlos do Carmo ese sentido responsable aparece con una transparencia cristalina. El y toda su obra buscan algo, luchan por algo a través de una forma de belleza y sin frases grandilocuentes.

«Es la lucha por el hombre nuevo, el hombre que se gesta todos los días entre las calles de la ciudad. Y ello a pesar de todo, a pesar de todas las opresiones y de todas las traiciones que se ejercen contra él. Y ese hombre nuevo ya existe.»

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