Polémica en la Conferencia del Mar por las explotaciones mineras
Los grupos y comisiones de los 158 países que forman parte del séptimo período de sesiones de la Conferencia sobre el Derecho del Mar se fijaron como plazo el 25 de abril para presentar a la sesión plenaria los diversos informes de los cuales debería surgir un texto que sirva de base a las futuras negociaciones.
El ambiente de anarquía que se vivió durante los primeros once días de la conferencia ha debilitado ostensiblemente las posiciones sustentadas por los países más pobres en defensa de sus intereses, en lo que concierne principalmente a las explotaciones mineras en los fondos oceánicos, para lo cual no sólo es necesario disponer de capital sino, además, de una alta y sofisticada tecnología, elementos ambos con los que cuentan los países desarrollados, y muy especialmente Estados Unidos.
Los países en desarrollo abogan por la creación de un organismo internacional que explote y controle la extracción de las riquezas marinas. Estados Unidos, por su parte, junto a otros países occidentales, no se oponen a esa entidad «monopólica» internacional, siempre y cuando se conserve un «espacio» para la explotación de las riquezas marinas por parte de empresas privadas, que de seguro serían transnacionales.
El delegado norteamericano, Elliot Richardson, se mostró ante la prensa «pesimista» sobre el éxito de la conferencia, y ha informado que su país tiene en el océano Pacífico algunos barcos trabajando «en plan experimental».
Otro punto que abordan las comisiones de la Conferencia sobre el Derecho del Mar, y que parece aún de más difícil solución, tiene relación al derecho a las riquezas del fondo de los océanos de los países sin litoral.
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