Una lección de historia

Las razones por las que se ganan o se pierden las guerras siempre hanaparecido bastante complejas. Su análisis supone un cierto el distanciamiento en el tiempo y sobre todo, rigor objetivo. En lo que a nuestra última contienda civil se refiere, tal distanciamiento resulta prematuro o cuando menos difícil pues si, cronológicamente hablando, concluyó en el 39 con el triunfe total de una de las partes, sus consecuencias cuando no la guerra misma, se mantienen vivas aún en nuestros días. En lo que a la objetividad se refiere, el mismo realizador de este filme renuncia a ella de antemano lo cual supone, aunque parezca paradoja, una de sus virtudes esenciales.No se ha tratado aquí de hacer literatura más o menos ambigua, pintoresca o melancólica. No se apunta a festivales internacionales, sino al público español. Los hechos se narran con la menor retórica posible, para jóvenes espectadores que en su mayoría ni los vivieron ni tienen de ellos otra noticia que la de una bibliografía a su vez comprometida.

Esta historia de nuestra guerra civil aparece planteada pues con rigor y sencillez, desarrolla da a un ritmo que elude lagunas de puro lucimiento pseudoartístico y resuelta a través de unos cuantos protagonistas cuyos análisis y consideraciones se podrán o no discutir, pero que en la pantalla, convertida en tribuna pública, todas juntas, van más allá de las puras convicciones.

Si en la interpretación de tales testimonios como en el análisis gIobal de los hechos, cada cual es dueño de opinar, no así en lo que se refiere a los valores cinematográficos

El realizador revela un poco común oficio cuya sobriedad y eficacia ceñida las más de las veces a mostrar su pensamiento, no impide ofrecernos secuencias memorables plenamente conseguidas como las que se refieren a la España de los años treinta, el asedio y defensas de Madrid, la tragedia del pueblo vasco y otros muchos episodios que vienen a demostrar una vez más cómo la claridez y lucidez de planteamiento no están reñidas con el arte verdadero, cómo el oficio cinematográfico se evidencia también en el mundo confuso y a menudo snob de los documentales cinematográficos.

Sirve de complemento en el programa a este filme sobre una guerra perdida, un buen corto de Emma Cohen, consecuencia más que preludio de los acontecimientos anteriores. Realizado sobre un relato de Ignacio Aldecoa e interpretado en su medida exacta por Manuel Alexandre y Fernando Fernán Gómez, supone en su brevedad, un acercamiento al mundo suburbano que el autor llevará en ocasiones a sus libros; universo personal y testimonio de la aventura de unas gentes a las que una derrota prolongada, más allá de los campos de batalla, llevó en su día a enfrentarse con las nuevas estructuras industriales.