Jordi Savall y viola de gamba
Los lunes y miércoles de Radio Nacional es uno de los pocos caminos por los que, a cuentagotas, van entrando en nuestro país las corrientes más avanzadas en la interpretación de música barroca. ¡Y lo que nos estamos perdiendo, porque pocas cosas tan interesantes existen hoy en el mundo de la música!El concierto del pasado lunes, de entrada gratuita, sin alardes de colas ni gentíos, ha sido sencillamente uno de los más extraordinarios de lo que llevamos de temporada: un programa interesantísimo en las manos de dos artistas de primera fila como lo son Jordi Savall, el músico catalán que es catedrático de viola de gamba en la Schola Cantorum Basillensis y pertenece a grupos tan importantes como La Petite Bande, y Ton Koopman, el clavecinista holandés triunfador en el concurso de Brujas de 1971.
En el programa, junto a obras relativamente frecuentes como las Recercadas sobre tenores italianos, de Diego Ortiz; la Gallarda, de Cabanilles, o la Sonata en re mayor, de Bach; dos obras deliciosas y apenas conocidas: los Musical Humors, de Tobías Hume; las Folías, de Marais, y, como regalo ya fuera de programa, dos de las Danzas hispánicas, de Antonio Martín y Coll.
Si la gran interpretación de Diego Ortiz de Savall es bien conocida, y también la de Bach merece la pena detenerse en el resto de las obras. Los Musical Humors (de 1605), de Hume; (¿? -1645) si no nos equivocamos Pavan, Harke harke, Goodagaine y A Souldiers Resolution, son sencillamente una delicia: conjunto de pequeñas piezas para viola sola de carácter muy libre con imitaciones y onomatopeyas, cuyos títulos deben de ser anunciados por el intérprete (como en algunas obras de su contemporáneo Jacob van Eyek, con el que tiene muchos puntos en común), en las que aparecen detalles tan modernos como el uso del leño del arco para golpear las cuerdas, como apuntó Tomás Marco en sus excelentes comentarios habituales.
Marin Marais es con Forqueray, el más grande intérprete de gamba de su tiempo, en Francia nación donde la tradición de este instrumento era tan grande -a diferencia de Italia- que el vio loncello se las vio y deseo para entrar de modo definitivo como lo demuestra el famoso panfleto de Hubert le Blanc, titulado «Defensa del bajo de viola contra las tentativas del violín y las pretensiones de violonchelo» (1740) Las variaciones del discípulo de Lully sobre la Folia (1701), el gran tema barroco de origen portugués y tradición española, son de una belleza poco común. Aprovechada por Savall y Koopman al máximo. ¡Qué locura de fraseo de ornamentación, de realización en el bajo! ¡Qué energía y que elegancia!
Martín y Coll (fines XVII mediados XVIII) es otro españolito más perfectamente desconocido, autor del famoso tratado «Arte de canto llano ... » (1714) y de las «Suaves flores de músicas para órgano» (1709), estudiante en Alcalá y organista en San Francisco el Grande, cuyo arte quedó bien patente ayer en los breves ejemplos regalados.
Jordi Savall es un artista completo. Su técnica es formidable: sonido exquisito (a quien diga que pequeño, le contestaría que hacía tiempo que no oíamos el clave), afinación perfecta (por cierto que los trastes de la gamba sirven principalmente para dificultarla), articulación y dinámica sencillamente increíbles. Savall toca con criterios totalmente historicistas, pero están usados no como exhibición erudita, sino como medio expresivo. Así, nunca cae en tonterías: emplea los golpes de arco, con la imitación de la técnica «mesa di voce» de los cantantes de la época, el vibrato, los ornamentos, el rubato barroco (si, no nos asustemos) siempre por algo y para algo. Otro tanto se podría decir de Koopman, absolutamente fuera de serie. Los dos expresivos, haciendo música, con un maravilloso sentido ondulante de la agógica (uno de los hallazgos de la musicología barroca), con una gran tensión interna en las frases (imprescindible en Diego Ortiz para que no se convierta su música en una «sopa de notas»), sin forzar la técnica, siendo fieles a sus instrumentos. ¡Cuanto tienen que aprender los músicos no especializados de este modo de tocar cuya aparición en el momento actual es sencillamente catártica!
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.