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Reportaje:

Nigeria, interlocutor privilegiado de Estados Unidos

Jimmy Carter es el primer presidente de Estados Unidos que visita el Afríca subsahariana y no resulta una coincidencia que Nigeria haya sido elegida corno primer punto de escala en el viaje, y como el lugar donde se espera que Carter exponga las líneas maestras de la política norteamericana hacia Africa. En los dos últimos años, Nigeria se ha convertido, sin abandonar su política formal de país no alineado, en el interlocutor privilegiado de Washington en el continente negro.Nigeria es en la actualidad, una vez cicatrizadas las heridas de la sangrienta guerra de secesión de Biafra ( 1966-1971), un Estado cuyo peso político en Africa es incontestable, gracias, fundamentalmente, a su potencia económica, derivada de su riqueza petrolífera. Actualmente es el séptimo productor mundial de crudos y el primero de Africa, delante de Libia.

A esta riqueza, que ha transformado la economía nigeriana, hay que sumar otros recursos naturales, como el estaño, cuya producción alcanza el octavo lugar en el ranking mundial. Los recursos de su subsuelo han convertido a Nigeria en un país codiciado por las compañías multinacionales occidentales, que son bien recibidas en un Estado cuyos intercambios comerciales se llevan a cabo en un 97% con países occidentales.

El que Nigeria se haya convertido en el interlocutor privilegiado de Estados Unidos no es una coincidencia. Desde la llegada de Carter a la Casa Blanca, Washington ha mimado sus relaciones con el régimen militar nigeriano. No en vano Estados Unidos es el primer cliente del petróleo nigeriano: en el mercado norteamericano se vuelca el 60% del crudo nigeriano, lo cual supone que Nígeria es el segundo abastecedor de Estados Unidos, a continuación de Arabia Saudita.

Nacionalismo mitigado

Durante la visita del presidente nigeriano, general Obasanjo, a Washington en octubre de 1977, Carter saludó en él a un «amigo y consejero» (ambos son baptístas), a un «combatiente por la libertad y la independencia». Por su parte, el embajador norteamericano en las Naciones Unidas, Andrew Young, durante su primera visita a Lagos, el pasado año, no dudó en afirmar que Nigeria «es nuestro potencial aliado más poderoso de Africa».Esta aproximación entre los dos países tiene mucho que ver con la mitigación del nacionalismo nígeriano, llevada a cabo por los sucesores del presidente Murtala Mohamed, asesinado en febrero de 1976, asesinato en el que, entre otras motivaciones, estuvieron presentes las rivalidades étnicas y la lucha de clanes dentro del ejército nigeriano. Una muestra del nacionalismo radical del general Murtala la dio el hecho de que Nígeria fue uno de los primeros países africanos en reconocer al régimen del MPLA en Angola. Según algunas fuentes, su país sirvió de escala, con autorizacíón del Gobierno, para el transporte del cuerpo expedicionario cubano rumbo a Angola.

Por otro lado, el general Murtala exacerbó el antiainericanismo suscitado en Nigeria por el eco favorable que encontró en Estados Unidos la secesión biafreña.

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No obstante su aproximación a Washington, Nigeria mantiene celosamente su no alineación. La vinculación económica con Occidente, y en especial con Estados Unidos, se contrapesa con la presencia militar soviética, aunque limitada, y su antirracismo abierto. (Lagos fue sede de la conferencia contra el apartheid el pasado año, y el presidente Obasanjo advirtió que las compañías que inviertan en Suráfrica no podrán llevar a cabo contratos en Nigeria.)

Papel moderador en Africa

A escala africana, el peso de Nigeria crece. En el caso angoleño, Lagos arrastró a la mayoría de los países africanos en favor de¡ MPLA. Su papel moderador puede resultar importante en el conflicto del «cuerno de Africa»: Nigeria preside actualmente el comité de mediación de la Organización para la Unidad Africana (OUA) en el citado conflicto, aunque no ha ocultado su reconocimiento de las tesis etíopes sobre la soberanía del Ogaden frente a las reivindicaciones de Somalia.Nigeria, incluso, está dispuesta a proporcionar un contingente militar que sea emplazado en dicha región para garantizar la paz, una vez que se hayan retirado las tropas cubanas. En el resto de los conflictos interafricanos (Angola-Zaire, Chad-Libia, etcétera) ha ofrecido también sus buenos oficios, ofrecimiento que no ha caído en saco roto.

Transformaciones aceleradas

El boom petrolero de Nígeria, especialmente al comienzo de la década de los setenta, ha jugado un papel motor en las transformaciones de las estructuras del país. Ha potenciado una clase burguesa y ha quebrantado el tradicional orden feudal e islámico de las, hasta entonces, preponderantes estructuras agrarias.El petróleo ha multiplicado por treinta las rentas estatales desde 1966 y proporciona el 93% de las divisas. Sin embargo, esta riqueza no ha servido para paliar, sino todo lo contrario, las desigualdades sociales y étnicas. Su explotación se concentra en el Sur, en torno al delta del Niger; y es esta región, animista y cristiana, la más beneficiada, mientras el norte islámico, tradicionalmente agrícola, ha quedado atrás en el despegue económico. Por otro lado, este desigual crecimiento ha propiciado un auge de la corrupción.

Estas transformaciones económicas han tenido su correlación con la evolución política de¡ país. Para el primero de marzo, los militares, en el poder desde 1966, traspasarán el mando a los civiles, tras un proceso constituyente, ya en marcha, basado en una Constitución presidencialista en la que el modelo norteamericano ha pesado con fuerza. El primero de octubre próximo será levantada la prohibición que pesa sobre los partidos políticos. Según la nueva Constitución, éstos, para poder ser autorizados de nuevo, tendrán que tener una composición inter-étnica.

Esta condición proviene de la preocupación de los dirigentes nigerianos en borrar las huellas de la secesión biafreña, protagonizada por la etnia ibo, y la reducción de las rivalidades entre las otras dos etnias preponderantes: los housas y los yorubas.

Frente a esta dispersión étnica, el Estado central ha logrado consolidar su poder gracias al petróleo y a la potencíaclón de una ideología nacionalista, basada en el patriotismo promocionado desde Lagos a escala nacional.

Sin embargo, el poder civil que se instale el próximo año tendrá que seguir luchando contra el problema étnico, las desigualdades económicas y regionales. No son pocos los nigerianos que temen que esta experiencia de «democracia tutelada» termine fracasando y termine proporcionando a los militares una nueva oportunidad para hacerse de nuevo con las riendas del poder.

El futuro de Nigeria tendrá un gran peso en la evolución del contineje africano, de ahí el interés de Estados Unidos hacia este país, ya que considera que su papel moderador puede desempeñar un papel de primera fila en la estrategia norteamericana para frenar la creciente presencia soviético-cubana en Africa.

Teniendo en cuenta el potencial económico y huriiano (unos ochenta millones de habitantes, es decir, el 25% de la población del continente) as! como sú poderío militar, el segundo ejército africano después de Egipto, el que Nigeria haga una opción hacia una u otra potencia (Estados, Unidos o la URSS), saltando su moderado nacionalismo, puede tener una trascendencia crucial para el conjunto del continente.

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