Giscard completa sus contactos con la izquierda francesa
Este viernes se reunirá en sesión extraordinaria el Consejo de Ministros francés para que el jefe de Gobierno, Raymond Barre, presente su dimisión y la de su Gabinete. El mismo señor Barre sería designado otra vez primer ministro y formaría el nuevo equipo a primeros de la semana entrante. Por su parte, el presidente de la República, Valery Giscard d'Estaing, concluyó su operación de cohabitación razonable con la recepción a los líderes de la oposición señores Georges Marchais, Robert Fabre y Georges Séguy, líder este último del sindicato de tendencia comunista CGT.
A juzgar por las reacciones que se han sucedido los últimos días en diversos medios de la oposición de izquierdas, el deseo del presidente de la República de modificar el clima hostil que ha caracterizado las relaciones entre el poder y la oposición durante los últimos veinte años, ha sido apreciado. Todo indicaría que, en este plano, las formas serán distintas. Por lo demás, tanto el líder socialista, François Mitterrand, como ayer el señor Marchais -Partido Comunista francés- han subrayado todo lo que les separa políticamente de la mayoría actual, de manera más o menos irreversible.A quien realmente está inquietando la cohabitación razonable que propone el presidente a la clase política francesa es a la fracción gaullista de su mayoría. Cada día que pasa, sus más significados tenores se suceden en diversas tribunas públicas para diferenciarse respecto a la corriente giscardiana, agrupada en la UDF (Unión por la República Francesa) y también respecto al propio presidente.
«Lo que hace falta es un estatuto de la mayoría» en vez del estatuto de la oposición que se dispone a ofrecer el señor Giscard y que solicitan comunistas y socialistas. Como ayer el gaullista histórico Michel Debré, en términos semejantes clamaba otro histórico, Olivier Guichard, sin olvidar el malhumor apenas disimulado del líder del RPR, Jacques Chirac, manifestado hace tres días, tras concluir su entrevista con el presidente.
Los gaullistas sospechan, al igual que los observadores políticos, que tras la pantalla de la cohabitación razonable el presidente esconde otra perspectiva: cambiar la correlación de fuerzas en la mayoría a lo largo de la legislatura que está comenzando, es decir, incluir a una parte de los socialistas en la corriente giscardiana para desmochar la preponderancia del gaullismo.
Ayer, el señor Marchais, tras una hora de diálogo, al salir del despacho presidencial en el que había entrado por primera vez, se expresó en términos parecidos a los que empleó el señor Mitterrand el martes último: como el líder socialista, el secretario general del PCF urgió al señor Giscard sobre los problemas económicos, sociales y democráticos más importantes. Y, como el señor Mitterrand, estimó que la mayoría actual, sin reformas profundas de estructuras, hará la misma política, aunque, contrariamente al líder socialista, el señor Marchais, ante la prensa aludió aún a la Unión de la Izquierda.
Sobre esta Unión y sobre el fracaso electoral que simboliza, los debates y querellas en la oposición de izquierdas se desarrollan de manera creciente. Coincidiendo con la visita de Georges Marchais al presidente, la dirección del PCF volvió a intervenir públicamente para culpar totalmente al PS de la derrota en los comicios legislativos. Y, mientras tanto, son de subrayar como hechos nuevos las manifestaciones repetidas de militantes significativos del PCF, en la prensa y en tribuna públicas, para denunciar la política contra los socialistas de la dirección del partido durante los seis meses que precedieron a las elecciones.
Ayer, en el independiente Le Monde, un profesor y un dirigente regional evocaron, según los títulos de sus diatribas contra los dirigentes actuales, «el partido no tiene siempre razón», y «una polémica chocante y políticamente peligrosa», alusiva esta última a la desencadenada por los comunistas.
Raymond Jean, dirigente del PCF de Aix-en-Provence, se revelaba contra las «certezas» que continúa distribuyendo el partido, dos años después del XXII Congreso, y pleiteaba por el planteamiento constante de interrogaciones «propias del marxismo». El mismo autor escribía: «Nuestros camaradas españoles tienen razón para decirnos que no hemos sabido realizar con audacia la política de alianza, ni hemos sabido aplicar los principios del eurocomunismo. Tienen razón sobre todo para decirnos que hemos desaprovechado una ocasión histórica que es un ejemplo negativo, grave, para toda Europa». El profesor de la Universidad de Burdeos, militante del PCF, Roger Navarri, manifestaba su sospecha de que el partido haya engañado al público y a sus militantes cuando no dice la razón verdadera de su ofensiva contra el PS: limitar la influencia electoral de los socialistas. Los dos militantes piensan que, corno ellos, otros muchos abrigan los mismos sentimientos.
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