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El dirigente socialista Mitterrand guarda distancias respecto del Elíseo

«Sería ilusorio alimentar un clima que intentase confundir ante los, franceses el proyecto político de la mayoría y el de la oposición», declaró esencialmente el primer secretario del Partido Socialista (PS), François Mitterrand, ayer a las siete y diez minutos de la tarde, tras su entrevista, considerada histórica en Francia, entre el presidente Valery Giscard d'Estaing y el líder de la oposición de izquierdas.

La prolongación, de casi media hora más de lo que se preveía, del mano a mano entre «el ganador» -el presidente- y «el perdedor» -Mitterrand- de los recientes comicios legislativos, excitó la imaginación de no pocos periodistas que a lo largo del día de ayer recrearon el momento histórico que ha constituido en Francia el hecho de que un líder de la oposición acuda a una cita con el presidente de la República.Hace veinte años que la guerra civil entre el Elíseo y la izquierda era ley sagrada. Ayer estalló la paz y, por añadidura, el señor Giscard d'Estaing, dispuesto a atraer hacia su mayoría de derechas, a los socialistas para que participen en el Gobierno, tenía frente a él al hombre clave. Pero el «sueño» de algunos informadores no tardó en desvanecerse.

El señor Mitterrano, antes de abandonar el interior del palacio presidencial o antes, se llegó a decir, de su entrevista con el presidente, había elaborado una declaración que leyó ante la prensa y en la que, de manera global, dejó claras dos cosas: puesto que la mayoría ha ganado, que forme su Gobierno y que elabore su política. La oposición hubiese hecho otro tanto en caso de victoria. La oposición criticará y hará proposiciones. Y, en segundo lugar, «sí» al presidente cuando éste solicita una cohabitación razonable entre la mayoría y la oposición, pero no sin condiciones.

El señor Mitterrand aseguró que la declaración que estaba leyendo contenía todos los temas de conversación que había mantenido con el presidente, pero no reveló ninguna de las respuestas que había obtenido del señor Giscard d'Estaing. Por lo que se refiere a las relaciones mayoría-oposición, el líder socialista solicitó la elaboración de un estatuto de la oposición que concretaría: derecho de respuesta en los medios de comunicación del Estado cada vez que intervenga el presidente o un representante del ejecutivo. Participación de la oposición en las presidencias de las comisiones parla mentarias. Respeto de la proporcionalidad del sufragio universal para distribuir estos puestos, así como los correspondientes en las instancias regionales o locales. Y, por fin, clarificación sobre la financiación de los partidos políticos. Sobre este punto, el señor Mitterrand expuso al presidente sus críticas severas a propósito de los «métodos y abusos empleados durante las últimas elecciones».

Respecto al discurso poselectoral del presidente, pronunciado el miércoles de la semana pasada, en el que se lamentaba de las divisiones políticas del país, el señor Mitterrand aseguró que le había expuesto: «Estas divisiones políticas no son más que la traducción de las divisiones sociales.» Y, con el fin de superarlas, el líder socialista anunció un plan a largo plazo del PS destinado a configurar una política d¿ recambio. La firmeza del primer secretario del PS, según su declaración que interpretada en los medios políticos como «la única baza posible para un hombre combatido en el interior y en el exterior».

Ayer por la mañana el presidente conversó con su «hermano enemigo», el líder gaullista Jacques Chirac. Este último declaró escuetamente al final: «Le he comunicado al presidente mi sentimiento sobre la situación política». Inmediatamente se recordó que, con motivo de su última entrevista con el señor Giscard, antes de las elecciones, se había manifestado más optimista al decir: «He sido escuchado y creo haber sido comprendido».

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Hoy, el secretario general del Partido Comunista francés (PCF), Georges Marchais, y el secretario general de la Confederación General de Trabajadores (CGT), de tendencia comunista, Georges Seguy, serán recibidos por el señor Giscard d'Estaing, que concluirá así esta primera etapa poselectoral consistente en un diálogo desconocido en este país y que pretendería nacionalizar las relaciones entre el poder y la oposición.

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