El precatálogo
Lo que hay que salvar, señor alcalde, es el Precatálogo, así como su antecesor, Arespacochaga, salvó el Viaducto, bien a su pesar, que en abril se abre de nuevo al tráfico.El Precatálogo, don José Luis Álvarez, es el Precatálogo de Edificios y Conjuntos de Interés Histórico Artístico de Madrid, una cosa que al señor Prudencio, derribista, le trae completamente flojo. El señor Prudencio, derribista, cogió, agarró la piqueta y se fue para el palacio de Talara o Talhara, en la calle de la Luna, frente por frente de la pensión Loyola, donde yo vivía la noche en que llegué al Café Gijón y, aprovechando que ustedes, el uno y el otro alcalde, estaban intercambiándose collares y collaradas y otras arracadas municipales, continuó su obra bien hecha, dorsiana y abandonada, de tirar dicho palacio.
Ya sé que usted lo ha parado, señor Álvarez, pero es que no se trata sólo del derribista amigo Prudencio y su piqueta, ni solamente del palacio de Talara, sino que hay otros derribistas, otras piquetas, otros palacios y cosas que salvar, y los derribistas se pasean ya por el Precatálogo como si fuera la Expo-Ocio,y se pasan de un siglo a otro, como de una a otra sala, y del XVIII (palacio de Talara), se han venido al XIX: Eloy Gonzalo, 10, edificio de ladrillo. que es una curiosa variante de lo que los arquitectos madrileños han hecho con un ladrillo y un poco de imaginación a través de los tiempos, desde el neomudéjar y el neo-neomudéjar hasta las Escuelas Aguirre y el difunto Leoz.
Lo cual que Cuqui Fierro y María Cuadra tuvieron el otro día unas palabras en sus gineceos, y así como debemos salvar la fama de nuestras mujeres, que bien a salvo está, convendría sostener la gala de nuestros edificios, que tiene usted un duelo pendiente, señor Alvarez, a piqueta y a primera sangre, con el derribista Prudencio y con ese otro derribista que ahora se ha ido para Eloy Gonzalo, 10, a afinar su piqueta contra el ladrillo cívico y decimonónico, en el propio barrio de Chamberí donde usted nació, señor Alvarez, según su biógrafo de urgencia Ricardo de la Cierva.
O sea que es un reto a la puerta de su casa. Los derribistas se le han metido en el barrio y tenemos que salvar el Precatálogo, porque así como Mayalde se cargó los bulevares, Arias la Puerta de Álcalá (con la Torre de Valencia), García Lomas la Plaza de Olavide y Arespacochaga la de Colón, usted no puede cargarse el Precatálogo, que usted es un alcalde porque sí que viene a sustituir a otro alcalde porque sí, sólo que a usted le espera el refrendo electoral, y no me ande con bromas que se lo digo a Suárez en el bar del Congreso o a José Luis Souto, presidente de Adelpha, en la boda de Cayetana, si es que nos invitan, lo cual que no lo creo.
El Precatálogo puede ser para el alcalde Alvarez como el Viaducto para el alcalde ex Arespacochaga. O sea un enemigo natural, un monstruo del lago Ness de la Casa de Campo, una cosa a exterminar. ¿Está usted con el Precatálogo o está usted con los derribistas que andan con la piqueta al hombro por el corazón vacío y mordoré de los viejos palacios, cantando a Escobar, eso de no te pongas minifarda?
Ahora muere la Ley Castellana, cuando la Castellana es ya como Los gigantes de la montaña, de Pirandello, pero sin Llovet y sin María Cuadra, que sigue peleándose con Cuqui Fierro. Desde el panteón del Fénix hasta la fábrica de Bankunión, que cada edificio parece un cuento de Lovecraft. Me dice Juan de Ávalos en un cóctel que no le gusta Viena arquitectónicamente. ¿Te gusta más este Madrid de hoy, cheli, que nos ha legado Franco?
Salvado el Viaducto, hay que salvar el Precatálogo, y esa es la misión más importante que le encomendamos al nuevo alcalde. Sus Termópilas como si dijéramos. Pero me he pasado por Talara, por Luna, por Eloy Gonzalo, miré los muros de la patria mía y no hallé cosa en qué poner los ojos que no fuese recuerdo de la muerte. El derribista Prudencio asesinaba a Quevedo con una piqueta de albañil.
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