Los sondeos secretos dan una victoria aplastante de la izquierda en la primera ronda electoral
El mundo entero, impaciente, tras una campaña electoral agotadora, vive al acecho del voto histórico que realizarán los franceses a lo largo de este domingo. El resultado del escrutinio determinará el eventual acuerdo de los tres partidos de la oposición de izquierdas que, definitivamente, se reunirán mañana, lunes, en la «cumbre». Informadores de los medios de comunicación social de todo el planeta han llegado a París durante las últimas horas. Los diarios franceses preparan hasta cinco ediciones especiales para el lunes.
Los sondeos secretos que circularon ayer, sábado, en las embajadas extranjeras, como en los medios políticos, acreditaban una victoria aplastante de la izquierda en esta primera ronda de los comicios legislativos que concluirán con la segunda vuelta del próximo domingo, día 19.«El lunes, los franceses protestan contra la carestía de la vida, el martes se manifiestan contra la represión, el miércoles se declaran en huelga para obtener aumento de su salario... y el domingo votan por el Gobierno de derechas.» La reflexión precedente la hizo con amargura el líder socialista, François Mitterrand, hace ya algunos años, tras una derrota electoral de la oposición. Desde hace veinte años especialmente, desde que el general De Gaulle fundó la V República, el mismo sentimiento, esta coletilla final genérica del francés o extranjero que, en un momento crucial, como el presente, juega a quinielista: «Sí, bueno, la oposición..., pero al final ya se sabe, siempre hay cuatro ancianos que, si es necesario, los arrastran hasta la urnas y le dan la victoria a la derecha».
¿Cuál es la Francia de los días 12 y 19 de marzo de 1978? Sociológicamente en estos comicios el censo electoral ha batido un récord absoluto: jamás en la historia francesa se habían inscrito tantos ciudadanos para emitir su sufragio. De 1936 a esta parte, participará en la consulta el electorado más joven, de 44,4 años de media, gracias a los casi dos millones de menores de veintiún años y mayores de dieciocho que van a intervenir por primera vez. Los patronos y el mundo rural, clientela clásica de la derecha, no han hecho más que disminuir como consecuencia de las transformaciones socioeconómicas de los últimos cuarenta años.
En el plano histórico, ¿serían estas legislativas la encrucijada que ponga punto final al proceso histórico que ha constituido el gaullismo y que encarrilaría a Francia por el camino del socialismo? El gaullismo, que históricamente murió con el general De Gaulle, se prolongó difícilmente con su heredero enfermo, Georges Pompidou. El actual presidente, Valéry Giscard d'Estaing, ganó las presidenciales de 1974 «para conducir el cambio sin riesgos». Pero cuatro años después, el presidente simboliza la parálisis. La oposición de izquierdas, desde finales de 1974, no ha dejado de progresar, según han probado las elecciones cantonales, las municipales y los sondeos de la opinión pública. Desde hace dos años, la izquierda es mayoritaria en Francia y ni el Partido Comunista con su voltereta espectacular de los últimos meses contra los socialistas ha conseguido sensibilizar al electorado.
Francia, ante el mundo
Y, por fin, en el concierto político y económico internacional, ¿es viable una victoria de la izquierda francesa con la participación de los comunistas? Desde hace muchos meses, en Francia, como en el extranjero, una eventual victoria de la izquierda está en la mente de los políticos y de los resortes económicos occidentales. Nadie se sorprendería y cada cual ha toma do sus precauciones. El último in forme de la trilateral», el organismo creado por Estados Unidos, Japón y los países de Europa del oeste para controlar la economía capitalista decía: «En Italia y en Francia la inflación y la recesión han acelerado el proceso de integración de las masas de electores comunistas en el sistema democrático. La entrada eventual de comunistas franceses o italianos en Gobiernos de coalición no representa tanto peligro como se dice muchas veces». Por su lado, la Unión Soviética, contrariando su conducta de otras ocasiones semejantes, esta vez se ha mantenido discreta e incluso ha aireado la victoria de la izquierda en sus órganos de prensa oficiales. Y, en última instancia, en Francia como en el extranjero, una barrera «preciosa» de defensa tranquiliza a todos los frentes a cualquier «desvarío» de un posible Gobierno socialista en Francia: el mantenimiento del señor Giscard d'Estaing en la cabeza del Estado.Los últimos sobresaltos de la campaña indicarían que la mayoría teme los pronósticos que se han multiplicado en favor de la oposición. Al margen del discurso, fuera de la campaña electoral, del presidente, calificado de «antidemocrático a ilegal» por los líderes de la izquierda, el primer ministro amenazó a los franceses, en su aparición postrera en la televisión con «el suicidio colectivo» en caso de victoria del adversario.
Los cuatro grandes
El diario Le Figaro, símbolo del más potente grupo de prensa del país y puesto explícitamente «al servicio de la mayoría saliente», vaticinó ayer en su último editorial antes del voto: «Depende de todos los franceses el que Francia no caiga en otro mundo, desconocido y temible. Para evitarlo, hay que votar desde la primera vuelta por la mayoría. En caso contrario, ya nada dependerá de nosotros y, esto, sin duda, será para siempre.»Los representantes de los «cuatro grandes», en el último llamamiento a sus conciudadanos, con la misma serenidad que van a votar los electores y con el aplomo grave y emocionado de los momentos graves, anticiparon cada cual su mensaje: «el orden, la autoridad, el progreso» (Chirac); «el esfuerzo, la seguridad, la libertad» (Barre); «el cambio real» (Marchais); «el porvenir» (Miterrand). Los franceses decidirán. La Bolsa, en su última sesión antes del voto, anteayer, reveló un aumento del 2,5 % de los valores franceses. Y el franco se mantuvo perfectamente estable. Pero habría que preguntarle al diablo por el significado del optimismo del alma del dinero. La Iglesia, por fin, hacia observar estos últimos días que, esta vez, no ha preconizado el voto libre para los católicos, «pero teniendo en cuenta que algunas ideologías (la comunista) contradicen la esencia del cristianismo».
El cardenal Marty, arzobispo de París, se limitó a resaltar que «los católicos son mayores de edad para obrar en conciencia».
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