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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Un domingo en el Rastro

Voy a exponer, sin extenderme demasiado, lo ocurrido en el Rastro el domingo 5 de marzo.Dos grupos, llamémosles a unos fachas ya otros rojos, predicaban en Cascorro, muy juntos, con sendos megáfonos, sus respectivas doctrinas.

Dada la proximidad de los dos grupos,el pique fue progresivo, y a eso de la una, Io que en psincipio fue un diálogo parlamentario, se convirtió en un concierto de gritos y canciones. Los fachas alzaron el brazo y procedieron, como siempre, a entonar el Cara al Sol, canción ésta por la que no pasan los años. El cántico agresor fue repelido por los rojos con los puños en alto y los gritos comunes en estos casos.

Se oye, en estos momentos, una explosión. Cunde el pánico. Una bocanada de humo enturbia el ambiente, justo en el meollo del follón. En unos segundos aparecen figuras con cascos y palos que toman del maletero de un coche, estratégicamente situado, unos escudos grandes y azules. Y así, con escudos, cascos y palos se lanzan «a la carga, muchachos».

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Un dato de suma importancia, a tener en cuenta, es la intervención en la agresión de unos personajes provistos de silbatos que dirigían los grupos de guerrilleros como si de una estrategia prevista se tratara. Un nuevo pitido y los guerrilleros se replegaban ordenadamente es decir, en grupos más o menos similares y por distintas calles. Y es que llegaban los grises que por primera vez -aunque tarde- daba gusto verlos.

Es evidente:

a)Que la agresión estaba prevista.

b) Que hay grupos fascistas preparados para la lucha armada.

c) Que se sabe quiénes son y de dónde proceden.

d) Que no se hace nada por desarticularlos.

e) Que las medidas de seguridad previstas para la zona del Rastro brillan por su ausencia y

f) Que si los grupos fascistas siguen trabajando a sus anchas será necesario, por el otro lado, recurrir a medidas, cuando menos defensivas, con el consiguiente deterioro del orden público.

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