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Británicos y norteamericanos difieren sobre Rodesia

El brusco regreso a Londres del ministro británico de Asuntos Exteriores, David Owen, que se ha entrevistado en Washington con su colega norteamericano y el presidente Carter y que pensaba asistir en Nueva York a los debates sobre Rodesia en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, se interpretó ayer en la capital británica como una confirmación patente de la brecha abierta entre Estados Unidos y Gran Bretaña, a propósito de Rodesia.El énfasis con que Owen ha desmentido esta interpretación de su vertiginosa vuelta a casa ha contribuido a darle más cuerpo en círculos políticos e informativos.

Washington estaría tomando, de hecho, las riendas de la espinosa cuestión rodesiana en previsión de posibles nuevos fiascos en África como consecuencia de un precipitado reconocimiento del acuerdo interno entre Ian Smith y los nacionalistas moderados y el subsiguiente abandono del plan anglo-norteamericano, que incluye la participación del Frente Patriótico en la solución del conflicto.

A este reconocimiento y abandono parece dispuesto el Foreign Office, a medida que aumentan en Gran Bretaña las presiones interiores, acentuadas por unas próximas elecciones generales.

La discreta postura abandonista sugerida por el señor Owen en Washington, de la que ha sido acusado abiertamente en la ONU por el líder guerrillero Robert Mugabe, habría sido rechazada por el secretario de Estado norteamericano, Cyrus Vance.

En el análisis del Departamento de Estado, un reconocimiento del «acuerdo interno» llevaría a los Estados africanos que sostienen a las guerrillas del Frente Patriótico a solicitar el decidido apoyo Soviético o cubano, y un nuevo frente militar en África de proyección internacional, además del etíope-somalí, es algo que Washington no está dispuesto a propiciar, reciente aún el desenlace angoleño.

Vance rechaza también el levantamiento de las sanciones internacionales contra el régimen de Ian Smith. Y la diplomacia estadounidense estaría empeñada ahora en la convocatoria de una nueva conferencia sobre Rodesia, a la que asistieran los nacionalistas moderados Muzorewa y Sithole, por un lado, y los jefes guerrilleros Nkomo y Mugabe, de otro.

El ataque más explícito a la debilitada y contradictoria posición británica sobre su ex territorio ha venido, sin embargo, del embajador norteamericano en las Naciones Unidas, quien no se recató de hacer públicas en Nueva York sus rotundas opiniones sobre los resultados de las descolonizaciones británicas.

Refiriéndose a Rodesia y aludiendo a Palestina, Andrew Young, dijo a los periodistas: «¿Qué van a hacer ahora los británicos, salir corriendo y dejarnos con otros treinta años de problemas, como hicieron en 1948?». Simultáneamente, Owen afirmaba en Londres que su Gobierno y el de Washington «seguían manteniendo idénticos puntos de vista sobre Rodesia».

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