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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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África

Lo de Africa es una cosa que viene periódicamente, cuando estamos más tranquilos los españoles, hombre, a interrurnpimos la sopa. La primera vez vinieron los africanos hacia el siglo X, y desde entonces no han parado de venir periódicamente, como jinetes en la escolta de Franco o como argelinos que dormitan en la estación de Chamartín.Ahora que ya nos creíamos europeos del todo, con las coronas de flores que ha repartido el señor Oreja por Europa, con Susana Estrada y su Húmedo Sexo, con los casinos esos de juego, que van a ser para los de siempre, y con un alcalde porque sí que viene a sustituir a otro alcalde porque sí, ahora resulta que la ola de africanismo que nos invade es incluso más fuerte que la otra.

Don Miguel de Unamuno, que estaba en todo, me lo dijo una vez fui a verle a Salamanca, como ahora voy a ir a ver a Gonzalo Torrente Ballester, y mientras hacía el noventayochista una pajarita con El concepto de la angustia de Kierkegaard (le salió muy gorda: una pajarita de un torno):

-Mire usted, Umbral, Africa empieza en los Pirineos.

Alfredo Landa, con un calzoncillo de lienzo moreno- franquista sostenía que lo verde empieza en los Pirineos, pero hacia arriba. Yo creo que podíamos dejarlo a medias y acordar con Hassan y Bumedian que Africa empiece en la Puerta de Alcalá, que ahora cumple dos siglos. De la puerta hacia arriba, media España para la ETA, y de la puerta para abajo, media España para el moro.

-¿Y España propiamente dicha? -me pregunta el parado, que se hurga la nariz en una esquina, como Ramoncín y un millón más de parados y de narices.

Nada. España es una noción y una nación de derechas. Un invento que hicieron entre Menéndez y Pelayo y Juanita Reina. Fuera con España.

Así están las cosas eternas en el momento en que escribo. ¿Somos todo Africa o todo ETA? ¿Qué rayos somos? Han confundido la democracia con un picnic y han aprovechado las dubitaciones del Hamiel de la Moncloa -más ocupado en consolidarse que en consolidar la democracia- para repartirse la cosa peninsular, e incluso insular, porque ser español es una cosa reaccionaria y no sé cómo no le da a usted vergüenza. Con Franco no teníamos Estado (teníamos un Estado sin juridicidad), pero teníamos nación, país, cosa Ahora vamos a tener un Estado, si terminan esos pesados la Constitución, pero no vamos a tener nación ni país, ni cosa. Llamo a las embajadas negras o simplemente morenas, pero nada. Se han ido a comprar telearmas a Breznev o a Carter, según las afinidades electivas y la balanza de pagos. Me escribe Carmen Platero que no es Carmen Platero, mi admirada madrileña, sino una artista argentina que se confiesa descendiente de esclavos negros. Me escriben cartas verdes desde el bosque Fang. La negritud es verdad y tiene toda la razón. Lo negro está claro como el agua. Pero el imperialismo de derechas o de izquierdas es otra cosa. Es el diluvio que viene sobre España.

El arquitecto Lamela salta diciendo que sí, que somos Africa. El arquitecto Lamela es el de las Torres de Colón, que luego se las ha rebautizado Pérez-Mateos como Torres de Jerez. Le está bien empleado a Lamela. Por estropeamos Madrid con su arquitectura colgada. ¿Cómo se puede levantar esa doble cosa en la vecindad casi de la Puerta de Alcalá? Si somos africanos como usted dice, señor Lamela, más respeto al Africa misteriosa. Y sobre todo que, si somos africanos, da igual que Córdoba y Canarias estén con nosotros o con ellos, porque todo está en casa. A mi me parece que sí, que somos todos africanos, menos Tarradellas, que nos llama manchegos por no molestar.

El patriotismo ha pasado a la izquierda visiblemente, por primera vez en nuestra historia. La derecha negoció el Sahara y ha acordado delante de mí, que soy de temer, la cesión de la pesca marroquí, en el Congreso. ¿Somos todo moro o todo vasco, los españoles? A mí me da igual, pero que se aclaren, porque lo que no veo es la manera de ser yo moro y vasco a la vez. 0 sea, que no me acierto.

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