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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El testimonio de Alejandro Sawa

Alejandro Sawa nació en Sevilla, en 1862, y murió en Madrid, en 1909. Perteneció a aquella bohemia brillante de finales de siglo y fue una figura prestigiosa y llamativa del Madrid literario. Sin embargo, hoy no queda más recuerdo vivo de su personalidad que la recreación hecha de su legendaria figura por Valle Inclán en Luces de bohemia.Considerado en su tiempo como uno de los españoles de mayores posibilidades literarias; «el último olímpico», como se llamó a sí mismo; el gran malogrado, como lo llamaron casi todos; el hombre que más nacido para el placer fue al dolor, como le cantó Manuel Machado; el inspirador de Max Estrella y de un personaje secundario de Baroja en El árbol de la ciencia; el tantas veces comprado a Víctor Hugo («Que te sirva de consuelo saber que eres la hija de Víctor Hugo», escena XIII de Luces de bohernia); el introductor de Verlaine en España, etcétera, es hoy un genial y absoluto desconocido. Su obra, desigual, escasa, reflejo en algunos momentos de su genio y en otros de cierta pesadez y vulgaridad, ha sido igualmente olvidada. ¿Justamente olvidada? Sí, para nuestros manualistas literarios, culpables en gran parte de nuestra pésima conciencia literaria nacional. No, para los buceadores en las aguas profundas de esa conciencia nacional.

Alejandro Sawa: Iluminaciones en la sombra

Edición, estudio y notas de Iris M. Zavala. Editorial Alhambra, Madrid 1977.

Ahora, al aparecer Iluminaciones en la sombra, libro póstumo, publicado al año siguiente de su muerte, 1910, con prólogo de su amigo Rubén Dario, es el momento de recordar a esta figura señera, que se fue destrozando a sí mismo, que murió loco y ciego, y de la que tantos elogios, tan desatados elogios que hoy nos parecen exageración, se escribieron en la prensa durante los últimos años del siglo XIX y primeros del XX.

Iluminaciones en la sombra es un libro raro en nuestra literatura. Mezcla de diario, de memorias literarias y personales, de recuerdos de adolescencia, de figuras literarias amadas («De mi iconografía» se llaman algunas de sus partes), de reflexiones sobre la situación del proletariado, de los problemas del libro, sobre políticos conocidos, crónicas sobre sucesos cotidianos, etcétera, resume, en fin, el testimonio lúcido de su autor sobre el mundo que giró a su alrededor, mezclado con intimidades dolorosas.

Diario de esperanzas y tribulaciones llamó Valle Inclán a este libro en acertada definición; libro que se inicia con una frase trágica: «Quizá sea ya tarde para lo que me propongo: quiero dar la batalla a la vida. » A partir de estas líneas-,y con la promesa incumplida de que va a escribir todos los días, el eje del libro, sobre el que gira toda su base estructural, es la compleja personalidad de su autor, sus desfallecimientos, sus luchas interiores y sus miserias humanas.

Pero no solamente es un diario personal Iluminaciones en la sombra, sino también todo un testamento, todo un tratado personal de lo que Sawa entendía por literatura. Sus retratos de Poe y Baudelaire, su confianza en la gloria de ambos; su admiración por Víctor Hugo, Zola, de De Quincey; su menosprecio por Núñez de Arce, «poeta huero y sobradamente sonoro»; su estimación por Campoamor y Zorrilla, etcétera, son hoy juicios literarios de normal aceptación. Y todo ello, escrito en una prosa viva, llena de gracia, en ocasiones brillante, de gran periodista, que le lleva a conseguir retratos de figuras que conoció, verdaderamente antológicas. Tal sucede con la visión de la revolucionaria francesa Louise Michel, con motivo de su agonia, a la que empieza definiendo como «una gran llama dentro de un aparente frágil vaso de alabastro».

Sus opiniones sobre la situación social de España, ponen de manifiesto su evidente preocupación por la solución política de los problemas que aquejaban a España en los últimos años del siglo XIX.

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