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"Desconfío de los comunistas franceses

EL PAÍS: ¿Todas las hipótesis, todos los análisis, la campaña electoral en todas sus manifestaciones, se realizan a partir de la misma probabilidad: la victoria de la izquierda?Raymond Aron: La apuesta hay que hacerla sobre la estrategia del Partido Comunista. Si da órdenes de desistimiento de votos real en la segunda vuelta existen más del 70% de posibilidades de éxito de la oposición. En caso contrario, la mayoría actual ganará.

EL PAÍS: ¿Por qué, tras veinte años de ejercicio del poder de la mayoría actual y a pesar del «terror colectivista» que maneja contra la izquierda, y a pesar de las divergencias serias entre comunistas y socialistas, los franceses parece ser piensan votar por la oposición?

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R. A.: Los franceses no tienen la sensación de vivir en una situación de crisis, como lo prueban los sondeos, no tienen conciencia de todo lo que se ventila en estas elecciones y, esto, porque la mayoría no se lo explica. Además, la mayoría de los franceses vive bien y no tiene imaginación. Otro factor: por el Partido Socialista votan muchos franceses que son tan burgueses como los que lo hacen por la derecha. Hace unos días conocí el resultado de un sondeo privado sobre Mitterrand, muy interesante, según esta encuesta, la mayoría de los electores del PSF están seguros de que si existe alguna posición en el programa común que pudiese trastornar la sociedad actual, Mitterrand no la aplicaría si es que llega al Poder; esta misma mayoría de electores socialistas estima que Mitterrand es muy astuto, muy hábil, pero aseguran que no confían en él.

EL PAÍS: ¿Quiere esto decir que los comunistas no se equivocan cuando acusan al señor Mitterrand de haber «girado a la derecha»?

R. A.: En cierta medida, en efecto, los comunistas tienen razón. Y por ello, quizá es por lo que no quieren ir al Poder. De todas maneras, antes o después, Mitterrand se separará de ellos.

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EL PAÍS: ¿Qué piensa usted de la batalla desencadenada por los comunistas contra los socialistas?

R. A.: Se pueden enumerar varias interpretaciones. Primero, que, el PCF no quiere ser la segunda fuerza de la izquierda, no olvidemos que es la primera vez, tras la liberación, que los socialistas son más fuertes. En segundo lugar, también es posible que el PCF haya pensado que no podrá hacer lo que desearía, una vez en el Gobierno, cuando Marchais habla de un buen programa quiere decir que sus intenciones van mucho más allá que las de los socialistas. En tercer lugar, el PCF debe considerar que el momento no es oportuno para desencadenar una «gran operación» en Francia. Con esto último me refiero a lo siguiente: hoy, la URSS con sus enormes medios de intervención, le interesan otras regiones del Globo, especialmente África; de momento, los EE UU no reaccionan, pero hay que pensar en términos de estrategia mundial para comprender -que, en un momento determinado, no conviene multiplicar los conflictos. En efecto, si la URSS, además de sus otros objetivos, enciende la hoguera de París, a la que seguiría la de Roma, podría irritar demasiado a Estados Unidos.

EL PAÍS: En este contexto internacional, y en el caso de un Gobierno de izquierdas, ¿la economía capitalista se acomodaría al programa común de Marchais y Mitterrand?

R. A.: En una primera fase Occidente dejaría hacer al Gobierno de París. Pero usted sabe que el problema que se plantearía inmediatamente, y que es el importante, sería el de la balanza de pagos, que se degradaría espectacularmente. A partir de este momento, los países capitalistas, o es que se negarían a concederle préstamos a un Gobierno de izquierdas, pero tampoco lo harían de manera ilimitada. Y en Occidente, sólo Estados Unidos puede permitirse el lujo de vivir al descubierto.

EL PAÍS: ¿No estima usted posible una gestión de izquierdas?

R. A.: La gestión de socialistas y comunistas no puede triunfar, su programa es desrrazonable, no son posibles todas las ventajas sociales, que prometen en estos tiempos de crisis.

EL PAÍS: ¿Cómo prevé el más allá de las elecciones, tanto si ganase la izquierda, como en el caso contrario?

R. A.: Hay que examinar tres posibilidades. Primera: los comunistas no se desisten y en tal caso gana la mayoría, el problema, entonces, consistiría en resolver la querella entre Giscard y Chirac. Pero Giscard ganará a medio plazo, porque la Constitución actual le da enormes poderes al presidente de la República cuando su mayoría es de derechas, como él; estos poderes merman considerablemente cuando la mayoría es de izquierdas. En este caso también, de victoria de la derecha, se producirá un gran desasosiego en la población que, realmente, desea cambios importantes y quiere que el Partido Socialista participe en el poder, pero esto último, por ahora, no es posible debido al modo de escrutinio. Segunda posibilidad: los comunistas se desisten y gana la izquierda, la tensión entre el PCF y el PS se producirá inmediatamente, a causa de dos problemas: la formación del Gobierno y la elaboración de un programa. Esta experiencia de un Gobierno de izquierdas implica daños considerables, durará -un tiempo «X», pero será el punto de arranque de una crisis grave para Francia. Entre otras divergencias, en política exterior el PCF está cerca de la URSS y el PS está mucho más próximo a Europa. Si ganase la izquierda y el PCF no quisiera gobernar, los socialistas formarían un Gobierno homogéneo, esta sería la peor de todas las hipótesis. Tercera posibilidad: no existe mayoría, es decir, la derecha y la izquierda consiguen un porcentaje casi igual, en tal caso, se formará un Gobierno de transición y se convocarán nuevas elecciones. Esto sería lo deseable.

EL PAÍS: ¿No considera posible la realización de la estrategia giscardiana, es decir, que el presidente y los socialistas lleguen a entenderse para crear una coalición de centro-izquierda?

R. A.: A largo plazo sería posible, pero no inmediatamente, porque el PS no es socialdemócrata. Si Mitterrand es primer ministro, su coexistencia con Giscard no será pacífica.

EL PAÍS: ¿Y la pretensión de los gaullistas, de proponerse como recurso?

R. A.: Los gaullistas representan el 22% del electorado y, en consecuencia, lo del «recurso» célebre no quiere decir nada. Ahora bien, el RPR gaullista es el partido mejor organizado de la derecha y en caso de crisis política y económica grave, todo sería posible.

EL PAÍS: En resumen, hasta el día 12 por la noche, todo queda pendiente de la decisión de los comunistas en materia de desistimientos, ¿qué hará el PCF en este momento que será el realmente histórico?

R. A.: Una parte de la dirección del partido no quiere ir al poder, y todo lo que están haciendo desde hace varios meses no es más que justificar de antemano su rechazo de votar por el PS en la segunda vuelta. Yo desconfío de los comunistas franceses, y en realidad, no se lo que harían en el poder.

E. P.: ¿También desconfía de los demás comunistas?

EL PAÍS: ¿También desconfía de los demás comunistas?

R. A.: Diría que Carrillo y Berlinguer hablan de manera más razonable. El lenguaje que emplea Marchais es absurdo.

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