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"Londres y Washington prefierén para Rodesia una dictadura marxista"

El primer ministro rodesiano, Ian Smith, después de calificar de «incomprensible» la actitud de los Gobiernos británico y norteamericano, afirmó ayer que la insistencia de éstos en patrocinar las tesis del Frente Patriótico significaba que habían optado por una «dictadura marxista» en lugar de por una democracia.

En una entrevista al New York Times, Smith señaló que «era obviamente importante y deseable» que Gran Bretaña y Estados Unidos aceptasen el acuerdo al que llegó la semana pasada con tres dirigentes negros moderados, basado en el principio de «un hombre, un voto». El primer ministro rodesiano insistió, sin embargo, en que seguiría adelante con su plan, aun a riesgo de enfrentarse a un boicot occidental.En una conversación de cuarenta minutos, la primera entrevista completa que concedió tras la firma del acuerdo, Smith rechazó las críticas formuladas contra el documento afirmando que «no tenía ningún sentido» sugerir que las cláusulas de salvaguardia del acuerdo podrían ser utilizadas para perpetuar el control de los blancos. Y se atrevió a predecir que la lucha guerrillera del Frente Patriótico cesaría finalmente.

El primer ministro rodesiano reservó sus críticas más fuertes para los Gobiernos de Londres y de Washington. Portavoces de las dos Administraciones han hecho saber que el acuerdo de Salisbury no puede beneficiarse de su apoyo, ya que el Frente Patriótico, que no tomó parte en las negociaciones, continuará la guerra.

«No lo comprendo», afirmó el dirigente rodesiano. «Les ofrecemos un acuerdo auténtico encaminado a establecer un sistema democrático que refleja realmente lo que ellos siempre han pedido, el gobierno de la mayoría, y nos vuelven las espaldas en beneficio de una solución que conducirá a una dictadura en Rodesia, una dictadura marxista.»

En el curso de la entrevista, el primer ministro, de 58 años, aparecía cansado y preocupado. Sonrió raras veces y afirmó, cuando la entrevista concluía, que tenía previsto abandonar la política una vez que se estableciese un gobierno negro.

La charla tuvo lugar durante un aplazamiento de cuatro días en las conversaciones sobre el acuerdo, que tienen por objeto ahora conseguir compromisos concretos para el período de transición de un gobierno blanco a otro negro. Los participantes discuten en estos momentos la composición de la Administración de transición, después de haber llegado a un consenso sobre el texto constitucional en base al cual se formará el gobierno negro.

Smith se negó a comentar el impasse al que se ha llegado sobre el tema de la transición: los dirigentes negros piden tres cuartas partes de los puestos de un gobierno interino, mientras que Smith propone que se repartan a partes iguales. El período previo a las elecciones debe durar por lo menos un año.

Sobre el acuerdo constitucional, Smith defendió los términos que atribuyen a los blancos, durante un período mínimo de diez años, veintiocho de los cien escaños del futuro parlamento, es decir, casi un tercio de los puestos para el 4% de la población. Añadió que era «retorcido» sugerir que el bloque blanco, que disfrutará del derecho de bloquear los cambios constitucionales que afecten a la propiedad y a otros temas, reducirían el gobierno negro a un régimen títere.

Smith declaró que las cláusulas de salvaguardia para los blancos, condenadas por el Frente Patriótico; eran «absolutamente vitales y fundamentales» para un pacífico futuro del país, ya que los blancos disponen de los resortes para mantener saneada la situación económica. «No creo que se tenga que convencer a nuestra población negra de la deseabilidad de mantener esa situación -dijo-, muchos de ellos han visitado los paises que nos rodean y han visto las espantosas condiciones, el absoluto caos que reina allí.» El primer ministro añadió que «habría grandes posibilidades de una guerra civil en Rodesia si los blancos desaparecieran de la escena».

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