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La Iglesia católica barricada de la oposición polaca

La Iglesia católica polaca, única fuerza organizada del país, si se exceptúa al Partido Comunista, se ha convertido, al deshacerse paulatinamente de su desconfianza respecto a los disidentes ateos, en un factor decisivo de unidad de la oposición que las autoridades intentan neutralizar efectuando concesiones a la institución eclesiástica.

La participación, en aumento, de intelectuales católicos en las actividades de la oposición ha incitado a la Iglesia a prestar su apoyo a los movimientos reivindicativos. Sin duda, la propia evolución de los disidentes ateos de origen marxista, que reconocen hoy en día «el importante papel de la Iglesia en la lucha contra el poder totalitario», ha contribuido también a facilitar el acercamiento.

Numerosos intelectuales de izquierda que integran, junto con católicos practicantes, el ilegal Comité de Autodefensa Social, (KOR), de tendencia socialista, reconocen públicamente que la Iglesia no se enfrenta con el poder por mero conservadurismo ni para reconquistar sus privilegios anteriores a la guerra, sino para defender, explica Adam Michnik, uno de los responsables del KOR «parcelas de libertad de cara a un poder hegemónico».

Por su parte, el grupo de oposición nacionalista ROPCOP mantiene desde un principio excelentes relaciones con la jerarquía eclesiástica. Sus responsables no vacilan en afirmar: «La Iglesia es nuestra barricada.»

Para respaldar su lucha a favor de reformas democráticas, la oposición polaca no podía haber encontrado mejor aliado. En una sociedad donde el 90% de la población se declara católica, la Iglesia es de por sí una fuerza considerable. Por si esto fuera poco, la institución eclesiástica cuenta además en todo el país con cinco arzobispados, veintitrés obispados, 6.560 parroquias, 48 seminarios, una universidad, un diario, 42 publicaciones y once editoriales.

Las condiciones de Wyszynski

El Partido Obrero Unificado Polaco, (POUP, comunista) y su secretario general, Edward Gierek, conscientes del peligro que representa la coalición Iglesia-oposición en una coyuntura caracterizada por un profundo malestar social, debido a las dificultades económicas ha multiplicado los gestos de buena voluntad respecto a la jerarquía eclesiástica.La respuesta de la Iglesia ha sido matizada. El cardenal Wyszynski se ha declarado dispuesto a mejorar las relaciones, pero poniendo condiciones entre las que figuran la obtención de un estatuto jurídico para la Iglesia, autorización para fundar sus propias asociaciones de jóvenes, mujeres y matrimonios, control ideológico sobre sus publicaciones y no intervención del Estado en la próxima sucesión del cardenal Wyszynski.

Pero, cabe preguntarse, ¿una vez otorgadas estas concesiones no abandonará la Iglesia, como contrapartida, a la oposición? Tanto los eclesiásticos como los intelectuales católicos que aceptan contestar a la pregunta lo niegan categóricamente. «La sociedad polaca -declaró Wyszynski- vigila de cerca a la Iglesia», insinuando de esta forma que no se distanciaría del pueblo. «La oposición se beneficiará del reforzamiento de la Iglesia», afirma por su parte Theodorus Mazowiecky, director de la revista católica Wiez (El Lazo). Incluso, explica entusiasmado otro intelectual católico, «en la brecha abierta en el sistema por la Iglesia se precipitará la oposición».

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