Nixon, acusado por un antiguo colaborador

H. R. Haldeman, uno de los más estrechos colaboradores de Richard Nixon, está convencido de que fue el propio ex presidente quien ordenó el allanamiento de la sede del Partido Demócrata, que iniciara el escándalo Watergate, y de que Nixon intentó personalmente borrar fragmentos comprometedores de las cintas magnetofónicas que grababa en secreto en la Casa Blanca.

Estas acusaciones de Haldeman contra su antiguo jefe se contienen en un libro, titulado The Ends of Power, que aparecerá a finales de este mes, pero cuyos aspectos más llamativos fueron revelados ayer por el diario The Washington Post. La semana próxima aparecerá una serialización del libro de Haldeman en el diario The New York Times, así como en el semanario Newsweek.

Haldeman cumple actualmente una sentencia de uno a cuatro años de cárcel, por su implicación en los intentos de ocultar el escándalo Watergate.

Entre otras cosas, Haldeman dice en su libro que Nixon estuvo desde el primer día envuelto en los intentos de ocultar el escándalo Watergate, que ordenó personalmente la intervención del teléfono del periodista Joseph Kraft y que podría haber ordenado personalmente el allanamiento de la consulta del psiquiatra de Daniel Ellsberg, uno de los acusados de filtrar a la prensa los «papeles del Pentágono».

Respecto a las famosas cintas magnetofónicas, Haldeman expresa su opinión de que el propio presidente fue el responsable de las primeras borraduras, ante el temor de que -como sucedió más tarde- una orden judicial le obligara a entregar las grabaciones a la justicia. Según Haldeman, fue sólo la escasa habilidad manual de Nixon la que le impidió borrar las cintas, por lo que encargó el resto del trabajo a otra persona, posiblemente a su secretaria, Rose Mary Woods.