Los argelinos se muestran cautelosos sobre el tema de las relaciones con España
La prudencia que mantienen los argelinos en todo lo que se refiere a sus relaciones con España no ha sufrido la menor modificación con el regreso a Argel del embajador español, Gabriel Mañuecos de Lecea.
El diplomático español, que se encuentra en la capital argelina desde el miércoles, efectuó ayer una visita de cortesía al Ministerio de Asuntos Exteriores, donde fue saludado por alto personal del mismo. En el citado departamento informaron a EL PAÍS que no se había tratado el tema de una posible visita a Argelia del presidente del Gobierno español, Adolfo Suárez.En Argel, la única versión oficial sobre el regreso de la misión diplomática española es la de que ésta se produce «al término de un período de consultas» más o menos rutinario. Esta interpretación, sin embargo, es tan peregrina como considerar que el cierre de la «emisora pirata» del líder independentista canario Antonio Cubillo se produjo por «rotura técnica». Y, a pesar de todo, tales explicaciones son las únicas que tienen curso legal en Argel, aunque no se descarta que pueda producirse en breve alguna sorpresa de talla capaz de influir en la marcha de las relaciones hispano-argelinas.
Por parte de Argelia se asegura que existe una buena voluntad para el diálogo con España, aunque ese diálogo sea lo que más se parece a un castillo de naipes. Se considera prueba de ello que la embajada española en Argel ha recuperado a su titular sin que medie garantía de promesa formal de Argelia sobre el tema del Movimiento para la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario. Cubillo insiste, por su parte, en que estará presente en Trípoli (Libia) el próximo día 13 para asistir a las deliberaciones del Comité de Ayuda y Cooperación a los movimientos de liberación de la Organización para la Unidad Africana (OUA).
En el proceso de normalización de las relaciones hispano-argelinas, la diplomacia del silencio o, si se quiere, la rutina funcional de las sedes diplomáticas, entiende jugar un papel sin aspavientos, aunque esto venga a remolque de una sucesión de golpes teatrales que, como en el caso del diálogo entre el FLN (Frente de Liberación Nacional) argelino y el PSOE, han dado resultados considerables.
El régimen argelino estima además que, en sus contactos con el Gobierno español, lo más acertado es abrir bien los ojos y avanzar a tientas por ser terreno resbaladizo.
Los expertos de este país estiman que la «fragilidad» de las concesiones elaboradas en el palacio de Santa Cruz es consecuencia del propio proceso democrático español y, en el caso específico de Argelia, de la existencia a través del PSOE de un interlocutor privilegiado. A este respecto, se admite la posibilidad de mantener un doble sentido en la acción diplomática de Argel: concesiones a la oposición parlamentaria a título de inversión, y rigidez hacia las posiciones oficiales españolas, con matizaciones en los contactos directos con la Moncloa, que aquí se consideran «materia reservada».
Por otra parte, la prensa oficial argelina se ha hecho eco de los debates ocurridos en el seno de la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso español sobre la ratificación de los acuerdos pesqueros con Marruecos. Se subrayan, sobre todo, las acusaciones formuladas por los socialistas españoles contra algunos miembros de UCD y se reproduce la protesta emitida por la Asociación de Amigos del Sahara, que calificó de anticonstitucional la aprobación de los referidos acuerdos.
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