El Reino Unido puede imponer restricciones a los automóviles japoneses
Gran Bretaña podría imponer restricciones a las importaciones de automóviles japoneses tras la decisión de los fabricantes nipones de no limitar voluntariamente sus exportaciones al Reino Unido. El fracaso de los representantes de la industria británica del motor, después de dos días de negociaciones en Tokio, ha acrecentado las presiones de los sindicatos y los parlamentarios al Gobierno para que tome medidas contra la inundación de vehículos japoneses que se prevé en 1978.
El asalto japonés, avalado por precios más bajos y tecnología superior, es precisamente una de las causas del desplome de la Leyland, el complejo automovilístico británico controlado por el Estado, que afronta ahora un profundo reajuste destinado a mantenerlo con vida. Una encuesta aparecida el mes pasado en la más importante revista británica de consumidores mostraba la confianza de los compradores ingleses en los automóviles nipones, que duran más y sufren menos averías que los fabricados aquí.
La decisión de los fabricantes japoneses es el primer indicio serio que permite otear una vuelta al proteccionismo en el mercado automovilístico británico. La especial posición de Japón y el Reino Unido entre los países con una política comercial más o menos liberal significa que una guerra comercial entre ellos repercutiría inmediatamente en un sector tan sensible como el del automóvil.
Para los fabricantes nipones, un acuerdo de limitación de exportaciones con Gran Bretaña significa una puerta abierta a idéntica petición por parte de algunos otros países europeos en los que la penetración japonesa va del 10 al 25%.
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