China y la Junta chilena
El viceministro chino de Asuntos Exteriores, Yu Chuan, ha explicado al corresponsal de EL PAIS la paradójica reacción de Pekín respecto al Gobierno Pinochet (EL PAIS, 30-XII-77). Durante la conflictiva época del golpe de Estado de la Junta me encontraba en China, en donde trabajé todo el año académico 73-74; seguí de cerca, pues, el desarrollo diplomático del asunto chileno por parte de Pekín, la versión que se dio de él oficialmente y la información que no se dio jamás sobre la situación del pueblo chileno a los chinos. A las afirmaciones del señor Chuan sobre que «en Chile no hay solamente un Gobierno determinado, sino también un pueblo al que no podemos abandonar en momentos de dificultades. Por otro lado, en la práctica diplomática esta política es la habitual», me es indispensable contraponer los siguientes puntos:- El mantenimiento de la representación diplomática china no se hizo en vistas a ayudar en forma alguna a los revolucionarios chilenos. China no concedió asilo a nadie, ni durante el golpe, ni en los angustiosos meses que siguieron, en su embajada en Santiago. Existe un caso, el de Jorge Palacios, interlocutor chileno con China. Palacios se exilió en la embajada de Panamá, y, por mediación del embajador chino, pudo pasar a la del Perú. Salvo Palacios, no se sabe ni de un solo caso de chilenos perseguidos ayudados por China en Chile.
- El telegrama de pésame a la viuda de Allende, enviado por Chu En-lai, constituye prácticamente la única manifestación del Gobierno chino en este asunto, y no era en forma alguna una condena de la Junta. Todas las posiciones oficiales chinas respecto a Chile tuvieron lugar en septiembre- primeros de octubre. El discurso de Chiao Kuan-jua en las Naciones Unidas fue el 1 de octubre. A partir de entonces, China no dijo una palabra sobre el régimen Pinochet, con excepción, a primeros de 1974, de una leve mención sobre la transición pacífica, y de tres cortas reseñas en la primavera sobre: a) la devolución de las compañías nacionalizadas a los norteamericanos y extranjeros, b) la manifestación a que dio lugar el funeral de Toha, c) el alza del coste de la vida en los artículos de primera necesidad. El pueblo chino no ha recibido información alguna sobre las torturas, asesinatos, la noche fascista en que vive Chile; y en una China cuyo Gobierno utiliza constantemente los movilizadores del «internacionalismo proletario», etcétera, no sólo se implantó el silencio cómplice hacia Pinochet, no hubo manifestaciones -como sí las hubo en el resto del mundo, incluso en países todavía bajo dictaduras de derechas, como España-, contra la Junta, sino que a los chinos les estaba prohibido -y doy testimonio de ello- comentar por sí mismos cualquier artículo de prensa extranjera respecto a Chile, por temor a salirse de la posición oficial.
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