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Reportaje:

La actual formación profesional no responde a las necesidades del país

Partidos políticos, centrales sindicales, profesionales de la enseñanza y expertos en Formación Profesional, coinciden en señalar que en España debe establecerse un ciclo único común hasta los dieciséis años, con carácter obligatorio y gratuito. Todos también rechazan la actual diferencia elitista entre la Formación Profesional y el BUP y aspiran a que se dé la misma consideración a las dos modalidades de la enseñanza; pero lo cierto es que la Formación Profesional, sigue siendo la cenicienta del sistema educativo español, en tanto la llamada «titulitis» subsista. Asimismo, todos desean que en este ciclo único hasta los dieciséis años se incluya como obligatoria un área de conocimientos técnicos para educar habilidades, que nunca deberán confundirse con una Formación Profesional, aunque sirva de orientación y despierte vocaciones. Por consiguiente, el área de conocimientos técnicos en el BUP que los expertos propugnan es fundamental, pero con un enfoque distinto al que se le ha dado en las actuales Actividades Técnico Profesionales del Bachillerato, o a la inadecuada concepción actual de los trabajos manuales en la EG B. Entonces, una vez abordada como obligatoria la implantación de un ciclo común de enseñanzas hasta los dieciséis años, el alumno a esta edad estaría en una mejor disposición para decidir su futuro profesional, que es lo que se viene haciendo en todos los países europeos.

Fórmulas europeas

En Europa, la Formación Profesional nunca va unida a la enseñanza secundaría o bachillerato, porque la Formación Profesional prepara para ocupaciones cualificadas, y las no cualificadas se preparan en el seno de la propia empresa a través de un adiestramiento profesional y ello siempre a partir de los dieciséis años, en que obligatoriamente se han recibido unas enseñanzas generales: humanísticas, científicas y técnico-práctica. Lo que no existe en ningún país desarrollado es una división en tres grados de la Formación Profesional como la existente en España, donde después de siete años de promulgada la ley general de Educación no se sabe qué es la Formación Profesional de tercer grado y dónde encajarla dentro del mundo laboral al que la propia ley de Educación la destina.La revista Profesiones y Empresas, prepara un congreso nacional donde, con el concurso de expertos en el tema, incluso del Consejo de Europa, se llegue a una sólida conclusión de cuál es la Formación Profesional que al país le interesa, teniendo en cuenta nuestro actual nivel de desarrollo.

Actualmente, para cubrirlos, fallos de la EGB y la falta de escolarización obligatoria hasta los dieciséis años, y merced a un polémico decreto sobre ordenación de la Formación Profesional, que ya fue anulado por el Tribunal Supremo, y ahora está pendiente de otro recurso, se montaron un tipo de enseñanzas que denominan FP-1 para recoger a quienes no desean o no pueden ir hacia el Bachillerato. El resultado es que esta FP-1, despreciada tanto por los docentes como por los padres de familia y las propias empresas por su falta de calidad, es una mezcla de conocimientos teóricos paralelos a las enseñanzas generales del bachillerato con una iniciación profesional, que no satisface ya ni, a la propia Administración, que en su momento le asignó el título de técnico-auxiliar cuando, en realidad, es un aprendiz que se convertirá a los dieciocho años en un oficial de tercera, si tiene la suerte de colocarse y la empresa lo mantiene en el puesto. Por consiguiente, al no haber conseguido una cualificación profesional en esta FP-1, es el grado inmediato (FP-2) el que cumplirá las funciones de la Formación Profesional primaria, con una duración excesiva de cinco años académicos, es decir, con los planes de estudio actuales, más de 5.000 horas de clase.

Si las comparamos con los informes realizados por el Banco Mundial sobre la materia, según los cuales los estudios más costosos (electricidad y electrónica) ocupan un total de 1.500 horas, se deduce el enorme dispendio económico que ello supone, con el agravante, además, de no poder ofrecer una verdadera formación técnico-profesional a quienes se sientan con vocaciones y aptitudes. De ahí que la empresa con capacidad económica, en última instancia, forme sus propios cuadros de técnicos, ya que la pequeña y mediana empresa está incapacitada económicamente y, por tanto, siente sobre sus espaldas la carencia de este personal cualificado.

Por otro lado, los propios padres de los alumnos han descubierto la fórmula eficaz de la Formación Profesional y parece que la Administración aún no se ha dado cuenta: hacen que sus hijos cursen el Bachillerato superior, que siempre les servirá para más cosas porque es polivalente, y después los ingresan en una academia privada donde en ,un período relativamente corto, de tres a seis meses, aprenden a manejar la máquina de escribir, la estenotipia, las pequeñas máquinas de oficina, taquigrafía, etcétera; y con una soltura que no da la Formación Profesional. Cualquiera conoce alguno de estos casos y se ve claramente que por ahí debiera apuntar la Formación Profesional. Por supuesto, en el establecimiento de este sistema de enseñanza habría que montar unas aulas anejas a la de tecnología para recuperaciones de asignaturas olvidadas o poco comprendidas en la etapa común, con el fin de no repasar el aprendizaje y nivelar los conocimientos generales de la clase.

La planificación y distribución geográfica de los centros es otro de los puntos negativos de la FP española, pues se autoriza la implantación de especialidades en varios centros de una misma población, haciéndose la competencia entre sí y consiguiendo que se repartan los alumnos, hasta el extremo de tener clases montadas con menos de cinco alumnos y, sin embargo, con la dotación completa de profesores. Además, tampoco se da la oportunidad de poder estudiar por enseñanzas regladas especialidades nuevas. Parece ser que todos los centros se han encasillado en las ramas tradicionales y especialidades como azafatas de vuelo, especialistas del Ejército, electromecánica, fontanería, especialistas en sonido, decoración, diseño industrial, etcétera, carecen de enseñanzas regladas siendo profesiones de gran demanda y altamente retribuidas.

La gran saturación de asignaturas teóricas y muchas de ellas sin trascendencia para el ejercicio de la profesión elegida prolongan la duración de las enseñanzas y en muchos casos el alumno se cansa y, tan pronto encuentra un trabajo, abandona los estudios, de ahí la gran tasa de abandono que incluso la Administración reconoce que supera el 30 %.

Exceso de asignaturas

Si la Formación Profesional tiene que ajustarse a las necesidades del país en momentos de auténtica recesión económica, que demandan bajos costos de producción (y sólo con una mano de obra experta y cualificada se puede conseguir esto) se ve la necesidad imperiosa de reformar a fondo la estructura del sistema educativo para llegar a una Formación Profesional eficaz lo más acorde con la realidad, lo mismo que hicieron otros países. más avanzados que nosotros. Porque la FP española montada con innumerables asignaturas que incluso se alejan de la profesión, como unas enseñanzas paralelas al Bachillerato, debería rendirse a la evidencia y ajustarse plenamente a lo que se viene haciendo en la mayoría de los países más avanzados, es decir, reducir todo el actual conglomerado de asignaturas al Área Tecnológica en la que se incluiría las Ciencias Aplicadas. Lo que traería consigo un enorme descenso en el coste de unas enseñanzas que resultan las más elevadas del sistema educativo. Podrían así, aumentarse las horas de prácticas en los talleres de las que tan necesitados están los alumnos y que en gran parte es el motivo que les impulsa a asistir a estas escuelas. Buena prueba de ello es el hecho de que las faltas de asistencia a los talleres es casi nula, en tanto que en las teóricas se producen mucho mayor absentismo.

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