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Gran Bretaña se decide por la tecnología propia en reactores nucleares eléctricos

El Gobierno británico decidió ayer que la futura producción de energía eléctrica de origen nuclear se haga en base a tecnología propia. El acuerdo del Gabinete, que supone el fin de una batalla política y económica en la que intereses encontrados han luchado durante dieciocho meses, es una victoria personal del ministro de Energía, Tony Benn.

La elección de tecnología británica para la tercera fase del programa nuclear de este país -un reactor refrigerado por gas en cuya construcción Gran Bretaña ya tiene experiencia y que responde a las siglas AGR- supone probablemente también la elección de una estrategia energética hasta finales de siglo y afecta a inversiones que superarán los 20.000 millones de libras. La opción derrotada, patrocinada conjuntamente por Estados Unidos y Alemania Federal, es el reactor de agua a presión (PWR) construido por la firma Westinghouse Electric y bajo licencia del grupo germano Kraftwerk Union, del que existen doscientas unidades funcionando en el mundo.La diferencia fundamental entre ambos reactores es su consumo de uranio. El norteamericano es más compacto y su construcción modular le hace más barato: pero el británico tiene menos coste de mantenimiento, por su menor consumo de combustible radiactivo. La dependencia exterior que conlleva el aprovisionamiento de uranio parece haber sido un argumento de peso en la elección del AGR.

El ministro de Energía anunció ayer el próximo encargo de construcción de dos centrales nucleares, cada una de las cuales costará 650 millones de libras, basadas en el reactor británico. Una de las plantas, que totalizará 2.600 megawatios y cuyas obras no comenzarán hasta 1980, será instalada cerca de Edimburgo, la capital escocesa.

La batalla ganada por el señor Benn, que ha soportado «numerosas presiones», según declaró en el Parlamento, lo ha sido también contra varios miembros del propio Gabinete, en el que había un sector, encabezado por el primer ministro, favorable al sistema norteamericano. Durante las últimas semanas, el ministro de Energía ha mantenido un maratón de reuniones con los responsables técnicos y políticos de la producción de energía eléctrica y nuclear en el Reino Unido para convencerles de las ventajas del reactor británico. En su decisión, sin embargo, el Gobierno ha dejado la puerta abierta a la construcción de un reactor con tecnología norteamericana, como «opción válida» y no antes de 1982.

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