Los disidentes checos retan al Gobierno a un debate público
Carta 77, el grupo checoslovaco que lucha por una ampliación de los derechos humanos y políticos, ha desafiado a los dirigentes comunistas del país a iniciar un diálogo con los disidentes «en un lugar apropiado..., no en las celdas de la prisión».
El llamamiento para un debate serio sobre las peticiones del movimiento Carta 77 está contenido en un documento hecho público el pasado 1 de enero para conmemorar el primer aniversario de su constitución.Carta 77 comenzó a conocerse a principios del año pasado a través de un manifiesto ampliamente difundido fuera de Checoslovaquia. El documento, que pedía más amplias libertades, estaba firmado por unos cuatrocientos antiguos funcionarios del partido y del Gobierno, estudiantes, científicos, artistas y escritores checos.
Desde entonces, los adherentes a la Carta 77 han ido creciendo, mientras las autoridades han reaccionado deteniendo a muchos de ellos, sometiéndolos a repetidos interrogatorios policiales y despidiéndolos de sus trabajos.
Según las últimas cifras, 932 personas se cuentan ya entre los adherentes al movimiento disidente. Comunistas de Hungría, Polonia, Rumania y Yugoslavia han mostrado públicamente, por otra parte, su simpatía con la Carta 77. El grupo checoslovaco ha recibido también apoyo verbal de los partidos comunistas de Italia, Francia, España y otros países occidentales.
Miembros de la Carta 77 informaron que el último documento lo habían enviado a la Asamblea y al Gobierno el 1 de enero y que, deliberadamente, esperaron unos días antes de hacer públicos sus principales puntos a la prensa extranjera.
Uno de los dirigentes de la Carta explicó, a través de una tercera persona, que él y otros miembros del grupo habían sido molestados por funcionarios checoslovacos por haber hecho caso omiso de «cauces normales».
Los disidentes checoslovacos insisten en que esto es falso y añaden que todos sus documentos, empezando por el manifiesto básico de enero de 1977, fueron entregados a las autoridades antes de divulgarlos. El último llamamiento fue firmado por los portavoces oficiales del grupo: el ex ministro de Asuntos Exteriores Jiri Hajek, Ladislav Hejdanek y Marta Kubisova.
Otro de los portavoces del grupo murió el pasado mes de marzo después de un prolongado interrogatorio en el Ministerio del Interior. Se trata de Jan Patocka, profesor de Filosofía ya retirado. Otro de los primeros animadores de la Carta 77, el dramaturgo Vaclav Havel, dimitió de su función de portavoz oficial del grupo tras ser detenido a principios del pasado año, pero continúa siendo miembro del movimiento. Havel fue condenado el pasado mes de octubre a catorce meses de prisión por atentar supuestamente contra los intereses checoslovacos en el exterior.
El documento hecho público ahora por la Carta 77 afirma que el grupo, durante su primer año de existencia, no ha conseguido forzar cambios significativos en el sistema checo, pero ha dado al pueblo un «nuevo sentimiento de honor» y ha provocado un impacto dentro y fuera del país.
El texto admite que las autoridades checas han frenado sus sanciones más graves contra los adherentes a la Carta, pero destaca que muchos de los firmantes se encuentran aún sin trabajo.
El documento repite anteriores peticiones del grupo en el sentido de que el Gobierno cumpla los acuerdos internacionales sobre derechos humanos que ha firmado, ponga en práctica un decreto aprobado por el Parlamento el pasado mes de abril en virtud del cual se permite a los ciudadanos formular quejas contra la acción pública y libere de la prisión a los ciudadanos checos encarcelados por ejercer derechos reconocidos en la Constitución.
El último documento de la Carta 77 pide también a las autoridades que publiquen los textos completos de las convenciones internacionales sobre derechos humanos firmadas por Checoslovaquia. Además, solicita que sean castigados los funcionarios que han ejercido una presión ilegítima sobre los defensores de los derechos humanos.
Un destacado firmante de la Carta, el dramaturgo Pavel Kohout, afirmó, en una entrevista televisada el martes por la televisión austríaca, que, «a largo plazo», las prácticas represivas contra la vida cultural checa estaban destinadas al fracaso.
Kohout, que fue entrevistado en Praga, había recibido el lunes un premio oficial austríaco para literatos europeos dotado con 10.000 dólares. Kohout agradeció la distinción por el reconocimiento hacia su trabajo «en un momento en que mis obras no pueden ser representadas aquí».
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