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Inminennte acuerdo entre Soares y la derecha portuguesa para la formación de Gobierno

Mientras Lisboa se, prepara a recibir con la mayor solemnidad a Luis Cabral, presidente de la República de Guinea-Bissau,el primer jefe de Estado de una ex colonia portuguesa que visita la antigua metrópoli, se espera aún la designación de Mario Soares como primer ministro del nuevo Gobierno.Salvo novedades, no previstas pero tampoco descartables en este juego de acertijos en que se ha transformado la política portuguesa, el acuerdo «político con incidencias gubernativas» entre el CDS y el PS será un hecho consumado en las próximas horas. La penúltima reunión entre negociadores de ambos; partidos, el lunes, ha contado con la presencia de dos conocidos economistas del Partido Socialista: Antonio Gutierres y Vitor Constancio (este último también vicegobernador del Banco de Portugal y presidente de la comisión negociadora con la CEE), lo que permite suponer el contenido de las mismas, antes de la reunión de los jefes de los dos partidos, Mario Soares y Freitas do Amaral, que pondrá el punto final a un flirt más viejo que la crisis de Gobierno.

El acuerdo PS-CDS tiene la curiosa característica de parecer «monstruoso» desde el punto de vista de los principios (el CDS era hace apenas dos años, el partido de la «reacción por antonomasia, no votó la actual Constitución, y los lazos personales que unían a Marcelo Caetano con su discípulo predilecto, Freitas do Amaral, son del dominio público), y de no sorprender a nadie.

Los militantes socialistas que podían indignarse frente a tal contubernio han sido llevados sutilmente a desear lo que hubiesen rechazado hace meses como «vil calumnia»: si Mario Soares no puede volver al Gobierno sin el apoyo del CDS, que se firme pronto el acuerdo con el CDS.

Sousa Franco, recibido ayer, a su pedido, por el presidente Eanes, ha anunciado la posición de su partido: los socialdemócratas constituirán la oposición al Gobierno PS-CDS. Así, a posteriori, el aplazamiento de las decisiones internas que debía adoptar el consejo nacional del PSD en Faro, el pasado domingo, cobra sentido. Si todo estaba ya consumado entre socialistas y democristianos, se entiende perfectamente que los socialdemócratas hayan dejado las cosas resolverse por sí solas. Si el PSD tiene que ser oposición -porque el CDS no está dispuesto a compartir con los socialdemócratas las parcas concesiones a las que los socialistas han finalmente accedido, nadie mejor que Sa Carneiro para dirigir el partido, transformándolo en centro aglutinador de todos los descontentos no comunistas.

Queda por esclarecer cómo se va a consumar el matrimonio PS-CDS. Los socialistas esperan de sus nuevos aliados una mano fuerte para disciplinar y organizar el aparato de Estado, estimando, no sin razones, que los centristas, por su conocimiento familiar de un aparato de Estado que sufrió pocas alteraciones desde los tiempos de Salazar, sabrán mejor que ellos hacerse entender por una burocracia todopoderosa.

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