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La derecha y la izquierda francesa, a la caza del voto

Tras un fin de semana pródigo en manifestaciones públicas, a sesenta días de los comicios legislativos de los días 12 y 19 de marzo próximo, la «caza de votos» es un hecho: en la derecha gobernante, chiraquistas y giscardianos luchan por la supremacía en la futura Asamblea Nacional, de igual manera que en: la oposición de izquierdas se enfrentan los comunistas a los socialistas. A pesar de la confirmación oficial de la «desunión» de la izquierda, ésta aún considera posible la victoria, pero su optimismo es compartido por pocos expertos

«Todo es aún posible», estimaba anteayer el líder comunista, Georges Marchais, al final de la conferencia nacional de su partido en la que se oficializó la ruptura de la Unión de la Izquierda, al revelar que el PCF no votaría por los candidatos socialistas en la segunda vuelta de las legislativas, si en la primera no hubiese obtenido más del 21% de los sufragios. « Creo que la izquierda ganará a pesar de todo», declaró por su parte el líder socialista, Francois Mitterrand.Pocos, sin embargo, comparten esta seguridad que había inspirado la dinámica unitaria creada por el Programa Común, firmado en 1972. Hoy aquella esperanza de la izquierda es un recuerdo hecho pedazos, a consecuencia de la querella entre comunistas y socialistas, iniciada por los primeros con motivo de la actualización del programa y que no ha cesado de agravarse, ni probablemente se apague hasta la noche del 12 de marzo, cuando se conozcan los resultados de la primera vuelta de las legislativas.

Agresividad creciente entre comunistas y socialistas

La conferencia nacional del Partido Comunista, destinada esencialmente a hacer pública su ruptura con el Partido Socialista y a manifestar su cohesión interna (la oposición en el interior del partido continúa intrigando) y la convención del PS, que aprobó la política de defensa nacional basada en la fuerza nuclear, han servido para confirmar la división profunda y la agresividad creciente entre comunistas y socialistas. El señor Mitterrand calificó de «crimen» el eventual alejamiento de los comunistas respecto de los candidatos socialistas. Para el líder socialista, ahora todo está claro: los ataques, procesos de intención y acusaciones del PCF contra el PS obedecen a una razón única, es decir, a la superioridad electoral de los socialistas. Para muchos observadores, la ruptura de la Unión, decidida por los comunistas, no se debe únicamente a razones de aritmética electoral, sino también a cuestiones de carteras ministeriales en un eventual futuro Gobierno, de izquierdas y, posiblemente, a un cambio de estrategia, consistente en destrozar al PS para realizar otras alianzas.

El programa nuclear

Para los comunistas, que en su conferencia nacional trataron al dirigente socialista Michel Rocard de «izquierdista convertido en socialdemócrata de extrema derecha la política nuclear del PS pretendería la reintegración de Francia en la OTAN. La misma acusación ha sido formulada por los gaullistas.

Según el programa de defensa nuclear aprobado por los socialistas, un Gobierno de izquierdas mantendría la actual force de frappe, pero no la desarrollaría, y el futuro del arma nuclear sería sometido a un referéndum.

Divisiones en la derecha

Frente a las graves discordias de la izquierda, las divisiones y la insuficiencia de la derecha que gobierna no han sido suprimidas con el espectacular «programa de Blois», un catálogo de treinta objetivos y 110 proposiciones elaboradas por el primer Ministro Raymond Barre, para, competir con los programas de izquierda y para arrastrar tras sí a todas las formaciones de la mayoría en la batalla legislativa.

Los partidos giscardianos (centrista, radical y el Partido Republicano) acogieron favorablemente las 110 promesas del jefe de Gobierno que, en conjunto, se inspiran en las ideas de Giscard relativas al liberalismo basado en la competencia. Pero este programa no provocó ningún comentario por parte del RPR (Unión por la República), el partido gauilista dirigido por Jacques Chirac que, de antemano, había negado su aval a cualquier tipo de compromiso a largo plazo con el actual primer ministro.

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