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Gaston Deferre acusa a Giscard d'Estaing de fraude electoral

El presidente de la República Francesa, Valery Giscard d'Estaing; el primer ministro, Raymond Barre, y el ministro de Asuntos Exteriores, Louis de Guiringaud, fueron denunciados ayer por el dirigente socialista, diputado y alcalde de Marsella, Gaston Deferre, como posibles responsables del fraude electoral que, desde hace tres semanas, un día tras otro, denuncian los parlamentarios de la oposición.

Se trata de las presiones o manipulaciones diversas que ejercerían para que «voten bien» y en la circunscripción que le conviene a la mayoría de derechas.

El escándalo, que ayer alcanzó a las más altas instancias del Estado, procede de la ley Electoral que afecta a los franceses que viven en el extranjero, votada el año pasado. En principio, la referida ley estaba destinada a facilitar el voto de los 700.000 ciudadanos galos instalados más allá de las fronteras, ya que en las últimas legislativas sólo ejercieron su derecho 45.000. Para incitarles a acudir a las urnas, la ley ya aludida suprimió el complicado procedimiento y facilitó el voto por procuración.

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Una cláusula, sin embargo, ha dado lugar al escándalo del día: los residentes en el extranjero pueden votar en. la circunscripción que lo deseen de toda la geografía francesa, con la sola condición de que pertenezca a las de más de 30.000 habitantes.

Un mínimo de votos

Este último dato es el que parece ha facilitado los abusos que los diputados de la oposición de izquierdas, comunistas y socialistas, vienen denunciando ante la justicia desde hace algunos días. Para mejor comprender la esencia del fraude es menester recordar que en las últimas legislativas, como en las presidenciales de 1974, una elección se resolvió por un margen mínimo de votos; en 1973, en cinco casos concretos, otros tantos diputados fueron elegidos con menos de cien votos de mayoría. En tales circunstancias, los parlamentarios de derechas, como los de izquierdas, realizan campañas en el extranjero como mejor lo entienden para atraer los boletines de sus conciudadanos, pero las embajadas y consulados, en manos prácticamente de la mayoría, apoyados por el potente aparato administrativo, parece han sobrepasado los límites de lo normal.

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