¿Es el feminismo un humanismo?
«¿Por qué el denigramiento continuo hacia el feminismo se hace cada vez más evidente? ¿Por qué en nuestra democracia avanzada no se llega de una vez a reconocerle derecho de existencia? Incluso sus simpatizantes, más que apoyarlo, lo toleran...Las grandes formaciones electorales de hoy lo rechazan unánimemente: se abre los brazos a las mujeres y se rechaza el feminismo...
Combatido por el paternalismo liberal en nombre de la femineidad, y por el paternalismo marxista en nombre de la solidaridad (de clase), el feminismo es la bestia negra de todos. Es el único ismo, junto con él terrorismo, acerca del cual todos los partidos se muestran unánimes.
Este hecho que aparentemente no sorprende a los observadores políticos es en realidad muy sorprendente.
Cuando la derecha reaccionaria, la derecha que Edgar Faure llama "la derecha del gran rechazo", se opone al feminismo, se comporta de una manera totalmente lógica. Contesta el radicalismo de los derechos del hombre y el feminismo reclama, precisamente, la extensión de estos derechos.
Pero ¿y el gaullismo?, ¿qué pretende ser: un humanismo de liberación?, ¿el gaullismo con su nueva sociedad? ¿Y la democracia francesa? ¿Y el
nuevo contrato social? Y el socialismo, ¿qué piensa, que la extensión de los derechos de la mujer es el principio de todos los progresos sociales? ¿Y el marxismo, cuando Engels ha dicho: «La primera opresión de clase es la opresión del sexo femenino por el sexo masculino.»?
¿Qué tiene, pues, de maldito este feminismo que gana unas batallas de las que inmediatamente le son arrancados los beneficios morales y políticos? ¿Cómo explicarse que sean los antiguos aliados los que le cierran la puerta más airadamente? ¿Y qué esto se repita siempre que alcanzan la mayoría?
Por supuesto, que ni los comunistas, ni los socialistas ponen en cuestión los principios, pero impide a las mujeres en el interior del partido llevar un combate específico al que califican de desviacionismo.
La masa de los hombres rechaza el feminismo, las leyes solas no pueden nada contra esto y mucho menos, los principios. Como todos los hombres son electores se trata tanto a derecha como a izquierda de satisfacer a las electoras sin herir a los electores. Esta explicación, que podría tener una cierta verosimilitud, no parece que sea la verdadera. Hoy por hoy, el feminismo molesta más a los políticos que a los electores.
Porque el feminismo no es solamente un movimiento reivindicativo contra una discriminación, es ante todo un humanismo. Es decir, una conciencia y una voluntad de universalidad fundamentadas sobre una cultura. El feminismo es un estudio, una investigación, una erudición, una enseñanza. Una visión nueva o si se prefiere complementaria del hombre y de su política. El feminismo, como todo humanismo, tiene de cartesiano el que intenta poner todo en cuestión para juzgar por sí mismo.
Las mujeres dicen: «Después de años de experiencia, de lectura, de reflexión, estamos hoy en condición de demostrar que el mundo no es exactamente el que los hombres describen. Podemos contar una historia de la Iglesia distinta, otra historia de la revolución francesa y de los soviets...»
El nuevo feminismo es ante, todo una cultura. Una contracultura que a menudo acusa al hombre.
, 31 diciembre
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