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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El editorial que nunca existió

HABÍAMOS DECIDIDO hacer un editorial sobre Televisión. Queríamos poner de relieve que es inadmisible, en medio de un programa de austeridad económica que obliga a la propia Televisión a cerrar temprano el alarde de consumismo publicitario que se hace en la pantalla, eligiendo, además, como víctimas al sector de la población más indefenso: el niño. Pero se nos liaron las cosas. Al hablar de la inmoralidad del Gobierno, no perseguida por nadie, a la hora de la explotación publicitaria de la televisión nos encontramos con la inmoralidad añadida de que en realidad TVE es un organismo oficial que concurre en régimen de monopolio al mercado publicitario aplicando tarifas ridículas y deformando todo el sector, con evidente perjuicio para la supervivencia de la prensa periódica y para la pluralidad de expresión. Varios diarios y semanarios están al borde del cierre agobiados por problemas económicos y ante la presión de una política oficial prepotente que de boquilla defiende la libertad de expresión y con sus hechos la dificulta al máximo. Pero de esto hablaremos otro día. Luego nos encontramos que esta riada de anuncios de juguetes, bebidas y otras cosas incidía negativamente en la coyuntura económica, excitando al consumo y provocando la inflación. ¡Vaya plan de austeridad en el que la demanda es incitada casi sin límite desde la televisión del Gobierno! Con los datos para escribir el editorial sobre Televisión caímos en la cuenta de que no podía dejar de señalarse el hecho de que todo este inventito le costó en 1977 a los españoles varios miles de millones de pesetas que se necesitan en créditos extraordinarios. Y enseguida pudimos damos cuenta de que esto eran gastos ya realizados sin que nadie, por supuesto en el Gobierno -en el Gobierno Suárez-, pensara antes cómo se iban a pagar. A continuación nos llegaron informes del comité anticorrupción y otros de personas particulares en los que se hablaba de los problemas de la publicidad indirecta, los circuitos cerrados de contratación de actores, el absentismo laboral, las concesiones y adquisiciones en el terreno técnico, la calidad de la emisión... Bien, pensamos, aquí hay material suficiente para hacer un editorial sobre TVE. Adjuntamos los cientos de cartas que se reciben cada semana protestando por la horrísona calidad de los programas, la chabacanería de los más, la mala utilización de la segunda cadena y el aburrimiento generalizado en el que nos han sumido. Y dijimos: vamos ahora a escribir el editorial sobre Televisión. Pero antes enchufamos el aparatito y nos encontramos con que el domingo primero del año la televisión, española festejaba el nacimiento de 1978 repitiendo tres horas de un programa indescriptible y abochornante que contribuyó la noche del 31 de diciembre a acabar el 77 con el pesimismo debido y a aumentar el mareo de los españoles a base de los jueguecitos electrónicos del señor Lazarov.Y entonces dijimos: ¿para qué vamos a hablar de Televisión, si lo hemos dicho todo ya?: es mala, es corrupta, es cara, es monopolística, es oficial, es vergonzante, es triste. Y desistimos del empeño, sobre todo cuando nos dimos cuenta de que el señor Suárez había sido director general del asunto. A lo mejor la cosa viene desde entonces; pues cualquiera la arregla.

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