La perspectiva económica
REPRESENTANTES DE la clase política y económica española han vuelto a afirmar en los últimos días que la situación económica ha tocado fondo. Tocar fondo es un concepto tan complejo como difuso en su definición; desde principios de 1975 hombres relevantes de este país han repetido no pocas veces aseveración semejante sin que la realidad haya correspondido necesariamente a los deseos.La mejora de varios indicadores de la economía nacional anunciada en las últimas semanas -Bolsa, balanza comercial, balanza de pagos, reservas de divisas e índice de precios al consumo- es, desde luego, satisfactoria y esperanzadora. Pueden contribuir a sentar las bases del anzamiento económico, pero no son el relanzamiento económico.
La medida efectiva que ha hecho sentir verdaderamente su peso en varios de estos índices ha sido la devaluación de la peseta. El aumento de nuestro nivel de reservas es consecuencia clara de la devaluación de nuestró signo monetario y de la fecha en que se llevó a cabo, lo que permitió capitalizar gran parte de los ingresos por turismo en este sentido.
Caso parecido ha ocurrido con la balanza comercial. El incremento de la competitividad de nuestros productos y encarecimiento de los importados y las medidas arancelarias correspondientes han motivado la mejora en nuestro comercio exterior, lo que, unido a la bondad de nuestro año turístico y al mayor endeudamiento externo, consigue ofrecer unas previsiones halagüeñas para la balanza de pagos de este año. Puede decirse que será un éxito si nuestro déficit por cuenta corriente en 1977 se reduce en 1.500 millones de pesetas sobre el año pasado, tal y como anuncian fuentes oficiales.
La tasa de incremento del índice de precios al consumo, con el 0,9% de aumento para el mes de noviembre y el 25,3 % de aumento acumulado para los once primeros meses, aleja la realidad de las previsiones del 301% que en urimomento los dirigentes económicos del, Gobierno anunciaron. Un control más férreo sobre los precios de mayor incidencia en el índice y una retracción de la demanda de sus productos han contribuido a esta detenición del aumento de los precios, que, no obstante, es probable experimenten nuevas tensiones álcistas a partir de enero.
Sobre la Bolsa poco hay que decir. La subida de sus índices durante esta semana, tras muchos meses de descenso, no es apenas significativa y sólo cabe achacarla a la desgravación fiscal para las eléctricas, a una decorosa presentación de balances por parte de sociedades de cartera y a las absorciones bancarias y rumores anejos.
Quedan, por otro lado, aspectos preocupantes en el horizonte económico. En este sentido, la actividad inversora sigue siendo muy escasa, la reducción de los índices de consumo no ayuda en absoluto al relanzamiento industrial, una falta de confianza de los empresarios en la política gubernamental y una demora en afrontar la batalla energética. El optimismo, pues, de la mejora de los índices apuntados no debe evitar el realismo necesario. 1978 será un año duro. Y es que debe serlo si verdaderamente se quiere salir de la crisis.
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