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Los sindicatos italianos ponen en peligro al Gobierno Andreotti

Los sindicatos italianos han planteado una dificultad suplementaria al Gobierno que preside el democristiano, Giulio Andreotti, dificultad que podría traer consigo graves problemas para la continuidad del Gabinete. Tras doce horas de conversaciones con el Gobierno, los sindicatos dijeron que las propuestas económicas que les han sido planteadas, un plan suplementario de austeridad, eran puramente coyunturales y, por tanto, insatisfactorias, por lo que decidieron convocar una huelga general para el próximo 18 de enero.

La convocatoria de huelga podría ser seguida de una retirada del apoyo comunista y socialista al Gobierno. El propio Andreotti habría expresado a los dirigentes sindicales su decisión de dimitir si se realizaba la huelga general.No obstante, la dirección de la confederación - de las tres grandes centrales sindicales debe dar una respuesta definitiva en las próximas horas y hasta ahora no han roto todos los puentes del diálogo con el Gobierno.

El PCI matiza sus exigencias

También el secretario democristiano Benigno Zaccagnini cree que las elecciones anticipadas servirían para poco y, estableciendo una hipótesis, dijo: «Si estuviera convencido de que, para solucionar los problemas, es necesario incluir al Partido Comunista en el Gobierno, actuaría en consecuencia y nuestro electorado entendería. »Pero la Democracia Cristiana, en pocas palabras, cree prematuro gobernar con los comunistas y dará validez, hasta que le sea posible, al pacto a seis, tratando de reanimarlo e integrarlo con contenidos concretos. Lo cierto es que todos los grupos y la situación interna se han puesto en movimiento y ni siquiera con la inminente Navidad se concederá una tregua. La Democracia Cristiana está dispuesta a realizar una mayor apertura hacia los comunistas y se da cuenta de que ni las elecciones anticipadas ni su paso en bloque a la oposición son soluciones viables en interés general del país.

Mientras tanto, el secretario del Partido Comunista italiano, Enrico Berlinguer, quiere que se forme enseguida un Gobierno de emergencia o de unidad nacional que incluya a los comunistas. Lo demás son componendas, como lo sería formar un nuevo Gobierno «monocolor», de sólo democristianos con técnicos del agrado de la izquierda. O formar un Gobierno de democristianos, republicanos y socialdemócratas, con el apoyo externo de socialistas y comunistas.

Quien cree que Italia significa: «arte de la convivencia» espera en que después de mil cavilosas conversaciones, negociaciones interminables, encendidas polémicas y enigmáticas señales a distancia», sus líderes políticos llegarán a un acuerdo formal o real no importa, con tal de que sea acuerdo y no ruptura.

Estas exigencias las ha expuesto públicamente el líder comunista en el espacio televisivo «Tribuna política», en el que mantuvo un «mano -a- mano» con el secretario general del Partido Democristiano, Benigno Zaccagnini, interrogados ambos respectivamente por los directores de los diarios conservador, La Nazione, de Bolonia, y neocapitalista, La Stampa, de Turín. El «mano- a- mano» ha tenido una significación y repercusión particular, porque precisamente hoy el presidente del Gobierno, Giulio Andreotti, prosigue sus esfuerzos para salvar su Gobierno, proponiendo a expertos políticos y económicos de los seis partidos constitucionales que lo apoyan con la abstención, su plan económico de reducción del gasto público, mantenimiento de los niveles de empleo y relanzamiento de la producción.

Desde las elecciones del 21 de junio de 1976, comunistas y socialistas disponen del 45 % del electorado y la Democracia Cristiana del 39 %. Parlamentariamente ésta sólo no puede formar Gobierno de coalición, pues todas las fórmulas de Gobierno de centro- derecha y centro-izquierda han sido ya experimentadas y agotadas. Lenta e inexorablemente se prepara, pues, a asociar a los comunistas en el Gobierno. Los dos grandes partidos de masas, si un día se reparten el poder con el 75 % del electorado, dejarán un escaso margen de alternativa a la oposición. Hay quien teme que por ahí se pueda dar al traste con la democracia misma.

Por televisión Berlinguer ha sido muy claro y explícito. Los comunistas no quieren componendas, pero tampoco se mueven en la perspectiva de aislarse pasando a la oposición. Tampoco da un ultimátum a Andreotti, ni se manifestó partidario de que el PCI, a solas, abriese una crisis que también quieren socialistas y republicanos. No tienen miedo a las elecciones anticipadas, que, por otra parte, no solucionarían los problemas graves y urgentes sobre el tapete del país.

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