Egipto e Israel comienzan a negociar después de treinta años de guerra
Egipto e Israel iniciaron ayer en El Cairo sus primeras negociaciones formales de paz, después de treinta años de guerra. El encuentro se celebró en el marco de la llamada conferencia de El Cairo, convocada por el presidente Sadat el pasado día 26 de noviembre, a la vuelta de su espectacular viaje a Israel. En la conferencia estaban presentes, como miembros de pleno derecho, representaciones de Israel, Estados Unidos, Naciones Unidas y Egipto, que presidía la reunión. Los sillones de los otros cinco invitados ausentes, URSS, Siria, Jordania, Líbano y la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) permanecieron vacíos durante la sesión inaugural de la conferencia.
Nadie discute en El Cairo el alcance histórico de esta conferencia, que se inició a las 11.32 de la mañana de ayer, con media hora, de retraso por «culpa» de toda una nube de representantes de la prensa gráfica que invadieron la sala morisca del hotel Mena House. Una sala no muy grande, en la que fueron entrando las cuatro delegaciones, una a una, para situarse en tomo a una mesa redonda a la que sólo tenían acceso directo los jefes de cada delegación y en la que, a petición judía, no había rótulos, ni inscripciones, para evitar las siglas de la OLP, aunque sí nueve sillones. El delegado y embajador egipcio, Meguib, tenía a su derecha e izquierda tres y dos sillones vacíos reservados para Siria, Jordania, Líbano, la OLP y la URSS. Casi enfrente suyo estaba sentado el representante israelí y director del Gabinete de Begin, Ben Elisaar. A la izquierda del judío, el enviado de Carter y adjunto al secretario de Estado norteamericano, Atherton. A la derecha de Elisaar, y en nombre de las Naciones Unidas, el general finlandés Siilusvio.Este era el escenario histórico de la convocatoria de Sadat en el interior del Mena House. En la puerta, al pie mismo de las pirámides, buena temperatura, sol tibio y primera sorpresa: en el momento en el que se iniciaban los discursos fueron izadas las banderas de las nueve «partes» convocadas. Por primera vez, la bandera israelí, con la estrella de David, era plantada en tierra egipcia por los propios árabes. Por primera vez también, la bandera judía ondeaba próxima a la de Palestina (que no era la de la OLP, sino la creada en 1948 para el pueblo palestino en general).
Este hecho motivó una carta de protesta israelí al director del hotel Mena House, en la que pidió que la bandera fuese retirada. Junto con la palestina, fueron retiradas las otras ocho banderas que ondeaban en el lugar. Según los israelíes, la iniciativa de izarlas había partido del director del Mena House.
Así se puso en marcha la conferencia de El Cairo, con más expectación que protocolo y con cuatro elementos políticos destacables: Israel y Egipto han establecido contacto directo, lo que minimiza el papel de las superpotencias; todos los participantes en la conferencia están interesados en rebajar las tensiones interárabes y en acercar a sirios y a jordanos a la mesa cairota; también todos coinciden en que esta reunión tiene carácter de «preludio» de la Conferencia de Paz de Ginebra. Finalmente, constituye un hecho importante que Israel esté dispuesto a hablar de Palestina, aunque sea con matices.
Discursos de los delegados
El primer orador de la sesión fue el representante egipcio, Meguid, quien declaró que la «paz es indivisible y debe encontrar un acuerdo global, que debe concluirse en Ginebra, y tiene que considerar los intereses y derechos del pueblo palestino». Meguib volvió a invitar a El Cairo a los ausentes, rechazó la idea de un acuerdo bilateral y declaró que «ahora esperamos medidas concretas e inmediatas por parte de Israel».
El embajador egipcio dio luego la palabra al «distinguido representante de Israel». Ben Elisaar agradeció la invitación y lamentó la ausencia de cinco invitados -refiriéndose a los palestinos como delegación árabe-palestina- y declaró que esta ausencia no debe impedir que se rompan los esfuerzos hacia la paz, «cuyas bases están bien sentadas». Calificó el momento de «experiencia única», y afirmó que Israel busca la paz con todos sus vecinos y de acuerdo con las resoluciones de la ONU.
El tercer orador fue el delegado americano, Alfred Atherton. El representante de Washington habló, como todos, de la importancia de Ginebra, de las resoluciones de la ONU, lamentó el vacío de los ausentes y animó a los presentes a «no perder esta oportunidad en favor de la paz».
Por último, el delegado de la ONU, general Siilasvuo, recordó que venía en nombre de Waldheim, y que esperaba la conclusión pronta de la conferencia de Ginebra. Abogó también por un diálogo franco en «favor de una paz justa y duradera».
A las doce terminó la sesión pública. Luego continuó el debate privado, que promete ser técnico, y que se celebra por las mañanas (no se sabe hasta cuándo, aunque se dice que hasta el día 23 y posiblemente con sábados y viernes incluidos). Ni a una ni a otra parte de la reunión fue admitido monseñor Monterisi, enviado del Vaticano a la «caza» del tema de Jerusalén.
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