Una definición necesaria
YA HACE tiempo que en este periódico vaticinamos que ETA acabaría como la OAS. Su primer paso público hacia ese nihilismo de las armas lo acaba de dar asesinando al comandante Imaz, jefe de la Policía Armada de Pamplona. Tanto da la amnistía, en su genuino sentido político; tanto da el planteamiento de la autonomía de Euskadi; tanto dará que sean los miqueletes los que salvaguarden el orden público en el País Vasco (ETA ajusticiará miqueletes vascos); tanto dará que el conjunto de nacionalidades y regiones del Estado español acabe por enterarse que a Eduardo Moreno Bergareche (Pertur) le hicieron desaparecer sus antiguos conmilitones de ETA-militar. No hay pruebas sobre aquel delito, pero comienza a resultar sospechosa la evaporación de un etarra que quería hacer política en Euskadi, en el más amplio y noble sentido de la palabra, soslayando el siempre fácil, aunque peligroso, manejo del gatillo.Desde estas páginas se ha pedido la amnistía política y no se han reconocido como tales las gracias e indultos que capitidisminuían su sentido reconciliador. Ahora, sin embargo, el análisis político de la situación del Estado español y, en concreto, del tema del País Vasco es radicalmente distinto al que obligaba la política franquista o el segundo mandato gubernamental de don Carlos Arias.
ETA ya no es ahora la pretendida Narodnaia Volia («Voluntad del Pueblo») que pretendía redimir al pueblo ruso tirándole bombas a Alejandro II o a sus ministros. Tampoco es un calco del Ulster por más que la propaganda de ETA se empeñe en ello. Es cierto que sobre Euskadi se cometieron errores de facturación franquista superiores a los cometidos en Cataluña. Pero son errores que se están lentamente destejiendo. Y todo aquello por lo que luchó y sufrió el pueblo vasco se otea en un horizonte próximo.
Pero es preciso que los parlamentarios vascos, definan su pensamiento sobre el futuro de su pueblo, y la estimación ética y política que ahora les merece un brazo armado como ETA. Obvio es decir que cuando los parlamentarios de Euskadiko Ezquerra dan vivas a la ETA, cuando el diputado Letamendía o el senador Bandrés apoyan implícitamente a esta organización, inserta ya con todajusticia desde el pasado día 15 en los códigos penales, cabe pensar que en el grave problema del País Vasco no se está jugando limpio y no se procuran los siguientes objetivos:
La necesaria autonomía de Euskadi dentro del Estado español.
La consolidación de una democracia, aun frágil, a nivel del Estado.
La neutralización de los intentos fascistas de desestabilización del actual régimen y aspirantes a una regresión política de corte autoritario.
De los propios comunicados de ETA se desprende que no son esas sus metas. Bien. He aquí una opinión constatable, aunque no nos parezca ni política, ni practicable, ni útil. Pero tengamos al menos el valor de asumirla y combatirla intelectualmente. ETA no aspira a la autonomía, sino a la independencia. ETA desprecia los votos del propio pueblo que pretende representar extra parlamentaría mente. ETA procura una revolución social a nivel del Estado español que genere, no ya una república federal sino un caos en el que Euskadi sur (de las provincias vascofrancesas ETA habla poco) pueda levantar bandera independentista.
Pero esa política debe quedar explícita y bien delimitada. Diputados y senadores vascos han de tener el valor político de defenderla o condenarla. De optar por el camino democrático de todo el Estado o por el tiro fanático en la cabeza en pos de la independencia total. Asesinatos como los del comandante Imaz habrá más, sin duda alguna. Que nadie se llame a engaño y estime que sobre sus autores caerán ulteriores amnistías que serían gavelas y no borradores políticos. Que los representantes libremente elegidos por el pueblo vasco se definan nítidamente sobre el criterio que albergan hacia una organización minoritaria que persigue la independencia de Euskadi (¿con Navarra o sin Navarra?, ¿con la Rioja o sin la Rioja?, ¿con las provincias vasco- francesas o sin ellas?) a base de hacer análisis político-históricos con los materiales dialécticos que suministra la casa Parabellum.
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