Bofill tendrá que retocar su proyecto para "Les Halles"
«Si Bofill quiere trabajar en Francia será necesario que dibuje como un arquitecto francés y que presente sus maquetas, sus perspectivas y sus planos con claridad, para que se pueda juzgar su trabajo.» Esta consideración, que parece ser fue pronunciada días pasados por un alto funcionario gubernamental, explicaría, en parte al menos, el último caso Boffil, que conoció su desenlace anteayer y que se refiere a la reconstrucción del antiguo vientre de París, el conocido mercado de Les Halles, en el centro de la capital.
Tras muchas oposiciones ocultas, el arquitecto catalán ha sido autorizado para realizar su proyecto de 250 viviendas sociales -que bordearán el futuro jardín de este casco central parisiense. Pero el visto bueno no fue expresado sin reservas: Ricardo Bofill aún tendrá que retocar sus estudios sobre la fachada, los techos, los materiales y el color, según exigió la comisión encargada de revisar los planes que, con el arquitecto catalán, proyectan otros dos colegas suyos, Henri Bernard y Marc Saltet.El proyecto del edificio Bofill ha dado lugar a dificultades y reuniones repetidas, hasta el punto de que nadie estaba seguro de que las obras pudiesen empezar en 1978, como estaba previsto. Con este conjunto de viviendas, el señor Bofill ha querido realizar una vez más su estrategia arquitectural, consistente de modo general en «captar el espíritu de una ciudad, de una civilización». En este caso concreto ha tenido en cuenta el entorno de las antiguas Halles, el monumentalismo y la simplicidad presiden la maqueta que presentó a examen.
Pero los obstáculos, desde hace varios meses, se han sucedido, sin que nadie, en ningún momento, haya podido saber por qué se frenaba el proyecto. Para unos sería cuestión de una falta de diálogo claro entre el arquitecto y los responsables de la ejecución, un experto escribía anteayer: «Bofill se ha convertido en un monstruo sagrado y, nadie se atreve a discutirlo por miedo a ser acusado de xenófobo celoso e inculto.» Los circuitos de decisión también alimentarían los equívocos sobre el caso Bofill: desde que en 1974 fue propuesto por el presidente Valery Giscard d'Estaing, toda la escala de pensadores de esta zona parece estar más o menos condicionada por la leyenda que se tejió en torno a aquel flechazo entre el presidente y el arquitecto.
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