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Marruecos no cederá voluntariamente un palmo del Sahara

Todos los militares con los que hablamos en el Sahara, aseguran que Marruecos «no retrocederá ni un milímetro», y que el «derecho de persecución se ejercerá a fondo». Algunos, como el comandante El Malty -responsable de la guarnición de El Aaiún- subrayan que Marruecos «tiene una Constitución casi socialista», y que los problemas del Maghreb pueden resolverse con «una especie de socialismo islámico».

Pero ¿iría finalmente a la guerra Marruecos? Probablemente no, opinan los diplomáticos de Rabat. Lo que quizá busca Hassan II es una intervención internacional in extremis. Tal intervención, por sí misma, perjudicaría más a Argelia que a Marruecos, puesto que es Argelia, según Rabat, la que tiene la iniciativa del ataque polisario.Los ataques relámpagos del Polisario y los caminos minados dificultan el abastecimiento de las poblaciones del Sahara. En El Aaiún faltaron de nuevo, días atrás, tomates y patatas. Los convoyes, con camiones detectores de minas al frente, hacen su recorrido con riesgo y lentitud.

Hace apenas quince días, los polisarios atacaron Tifariti y también Bir Lahlu. Tifariti y Mahbes han sido parcialmente abandonados por los civiles. Las religiosas españolas instaladas en el Aalún se aprestan a dejar el Sahara, y el propio gobernador de la región, Said Guazu, dijo a EL PAIS el sábado pasado: «Ayer les volvimos a pedir que se quedaran. Representan aquí un factor de cultura, de hispanidad.» Said Guazu añadió en un magnífico francés: «No queremos sustituir aquí la cultura española por la francesa. ¿Por que se van estas religiosas? No, no deben irse...» Pero los rumores obre los golpes del Polisario se extienden desde Hausa, Amghaa, Echdeiria, Janquet Quesat, Tarfaya, hasta El Uad, La Playa, Edchera, Daora, Hagunia, Sejuen, aunque la punta de lanza de su ofensiva aparece ahora en el sur, en el Sahara mauritano. Pero en Asmara, incluso, se pueden ver ahora muchas casas ocupadas por soldados. Los saharauis estabIecidos retornan quizá al nomadismo, a la caravana. En Rabat, un diplomático francés nos dice: «Marruecos controla la situación y la seguirá controlando. Pero tiene que mantener en pie de guerra a 50.000 hombres, o más.» «Eso es lo que Argelia quiere -señalan El Malty y Jabrane-: arruinarnos, obligarnos a este es fuerzo militar para retrasar o impedir nuestro desarrollo.»

"Dígale a Felipe González que será bien recibido"

«Por eso expresa Said Guazu, el gobernador-, nosotros, los marroquíes, no comprendemos la actitud de la izquierda española en este asunto. ¿Por qué no viene aquí Felipe González para ver la realidad? Dígale -pidió al enviado de EL PAIS- que venga, que será bien recibido.»-¿Cuál es su opinión -le preguntó este diario- sobre la política actual del Gobierno español?

-Yo creo que responde a la realidad y a los acuerdos de 1975. Pienso que España no denunciará esos acuerdos. Pero si lo hiciera, nosotros seguiríamos luchando de la misma manera. Confío, sin embargo, en España. Nosotros y vosotros estamos condenados a entendernos. Hay que desarrollar el diálogo.

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El gobernador, tras referirse a la expulsión de un periodista y funcionario español de Bu Craa «creo que se llama Fernando Nande» -dijo-, y a las bases que el Polisario tiene ahora en Mali, insistió: «Lo de Bu Craa es sólo un pequeño ejemplo de entendimiento. Ya ven, una sociedad mixta con el 65 % de capital marroquí y el 35 % español, está presidida por un español, Alvarez de Miranda. Pero a la izquierda -insistió- no la entiendo, no la entiendo».

En cuanto al número de españoles que aún quedan en el Aaiún y Bu Craa, las cifras del gobernador no coinciden con las de los residentes canarios y peninsulares. Said Guazu habla de «unos mil españoles»; los demás, de «doscientos o trescientos, incluidas las familias».

De guerrilleros a gendarmes

Said Guazu presenta también a los ex guerrilleros polisarios, hoy convertidos en sargentos de la gendarmería de El Aaiún: Mahivu, de 44 años, y Arghibil, de 22. El primero, que durante dieciséis años integró un cuerpo indígena de España en El Aaiún, explica que tras la retirada española fue «incorporado a la fuerza» a una compañía de 150 polisarios, mandada por Zarual Ould Mseid, y que siempre operó en la región de Lalisiat, al oeste de Tinduf. Participó en seis ataques contra las tropas marroquíes, tres en el Sahara controlado por Rabat, y tres en Zuerat, Mauritania. «Nunca vi a un argelino -afirma-, sólo los polisarios que tienen familia en Argelia van allí.» En cambio, el más joven, Arghibil, que luchó en Biscraa, sí estuvo en Argelia y hasta condujo a dos prisioneros marroquíes a este país. «Apenas teníamos algo para comer -cuenta Mahivu-; sólo un poco de harina, aceite, arroz, azúcar, té y pas de arena. Así no se puede luchar. Ahora, en Marruecos, nos tratan bien.»¿Qué quiere el Polisario? «Todo el poder aquí», replica Mahivu en su mal español. «Sólo eso. No quieren que Marruecos esté en el Sahara.»

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