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Los militares asumen nuevamente el poder en Tailandia

Las fuerzas armadas de Tailandia han derrocado ayer al Gobierno que presidía Tanín Kraivichien, abolido la Constitución y disuelto la Asamblea, instituciones todas ellas que los militares entronizaron hace un año. El golpe militar incruento ha estado dirigido por el ministro de Defensa, almirante Sangad Chaloryoo, y el general Kriangsak Chamanand, jefe supremo del ejército que también protagonizaron el movimiento militar que el 6 de octubre del pasado año instauró un régimen ultraderechista en Tailandia.

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Las tropas de la capital tailandesa han sido puestas en estado de alerta, pero no se han registrado incidentes, en contraposición con la sangrienta matanza de estudiantes que precedió al golpe militar del 6 de octubre de 1976. En un comunicado transmitido a la nación, el almirante Chaloryoo, ha anunciado que «una administración revolucionaria se ha hecho con el poder, con el fin de mejorar la situación económica, para garantizar la seguridad nacional y para el mantenimiento de sus instituciones, religión y rey».

Disensiones

La destitución del primer ministro Tanin Kraivichien, que los propios autores del golpe de ayer instalaron al frente del Gobierno en octubre de 1976, ha obedecido a disensiones entre los que en realidad eran los «hombres fuertes» del país (Chaloryoo y Chamanand) y el primer ministro, al que querían forzar a una amplia restructuración del Gabinete, cesando a nueve de los dieciséis ministros. El jefe del Gobierno se negó a ello, aduciendo que los militares le habían conferido un mandato de cuatro años para gobernar al país.

Estas disensiones, que se remontan a mediados de septiembre, salieron a la luz el pasado 6 de octubre (día en que se cumplía el aniversario del golpe militar), durante la última sesion anual de la Asamblea Nacional de la Reforma administrativa, institución creada también por los militares hace un año y en la que cuentan con una representación mayoritaria. Cuando el presidente del citado organismo se disponía a leer un decreto real, el teniente coronel Prajak le interrumpió para lanzar un virulento ataque contra la incapacidad del Gobierno civil y exigir un reajuste ministerial.

Esta crítica respondía también a la creciente decepción de los militares hacia la capacidad de un gobierno que ellos mismos habían instaurado, y las insuficiencias de los servicios de seguridad demostradas en los enfrentamientos con Camboya y Laos. En el curso del año de vida del régimen, la crisis social y económica se ha acentuado: subidas de precios, descenso de las inversiones extranjeras, disensiones internas entre los mismos militares (en marzo fracasó un intento de golpe militar), escándalos de corrupción etc... Toda una serie de problemas que la dictadura de civiles y militares de extrema derecha instaurada en 1976 se ha manifestado incapaz de contener.

Los militares tallandeses han vuelto a tomar las riendas de un régimen que ellos mismos, con los mismos protagonistas entronizaron hace un año. La filosofía con que el almirante Chaloryoo,y el general Chamanaud han dotado a este período, se puede resumir con dos slogans: aplastar al comunismo y defender a ultranza la institución monárquica.

A raíz del golpe militar de 1976 se inició una férrea campaña contra todo aquél que era sospechoso de izquierdismo o de simpatizar con las guerrillas comunistas. En las zonas rurales donde operan las guerrillas se instalaron «campos de concentración» y se concedieron facultades omnímodas a los jefes militares, para reprimir cualquier posibilidad de apoyo de las poblaciones a los inrurrectos.

La campaña de represión se orientó también contra políticeis centristas e intelectuales, ya que según el primer ministro derrocado «entre ellos se habían infiltrado los comunistas, disfrazados de liberales». Ante esta campaña, estudiantes, profesores y políticos de izquierda no tuvieron otra opción que huir a las zonas rurales para unirse á las guerrillas.

El pasado día 5, el Partido Comunista tailandés anunció la creación de un Comité de Coordinación de Fuerzas Nacionalistas y Dernocráticas, del que forman parte representantes de los partidos comunista, socialista, socialista unificado, sindicatos e intelectuales liberales.

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