Una guardería cerrada desde hace dos años podría albergar a quinientos niños
Un grupo numeroso de mujeres de Móstoles, pertenecientes a la Asociación de Amas de Casa, ocuparon ayer una guardería municipal que lleva dos años construida sin entrar en servicio y sin que el Ayuntamiento haya aclarado tal actitud, teniendo en cuenta el déficit total de centros municipales de este tipo que sufre el pueblo.
Ayer por la mañana las madres llevaron a sus hijos a la guardería, limpiaron algunas de las salas y se proveyeron de todo lo necesario para aguantar los días que haga falta, según afirmaron ellas mismas. Mantas, colchones inflables, comida, termos con café, ropas para cambiar a los niños más pequeños, etcétera. Su intención es no abandonar el centro hasta que el alcalde, Edistio González, prometa definitivamente la apertura.Promesa que, por otra parte, ya se les hizo en junio de 1976, cuando en un pleno se tomó el acuerdo de ponerla en funcionamiento en el plazo máximo de un mes. Desde entonces, las numerosas visitas y entrevistas de la s amas de casa fueron cosechando respuestas contradictorias: Se les dijo que Iviasa, la empresa que construyó y que cede la guardería, aún no la había entregado; luego se les dijo que sí, y más tarde se volvió a negar. El Ministerio de la Gobernación, hoy del Interior, tiene subvencionado el centro al 75 %, y está probado asimismo la compra del mobiliario necesario.
El Ayuntamiento debe aportar el 25 % restante, y ésta podría ser la razón del absentismo municipal, aunque las madres recuerdan los tremendos gastos que ha ocasionado la construcción del nuevo Ayuntamiento o las subvenciones que se conceden a entidades tales como el equipo de fútbol local.
La guardería está hoy perfectamente acondicionada para entrar en servicio, si descontamos algunos cristales rotos, muy pocos. Las puertas y ventanas están en perfecto estado, así como la luz y la calefacción. La guardería cuenta con ocho aulas, salas de cunas, cuartos para oficinas, médico, dos salas de espera, una de descanso, dos servicios, una cocina con todos los elementos necesarios, y un patio, éste no demasiado extenso. Todas las salas son amplias y bien iluminadas. Un cálculo a groso modo permite señalar la cifra de quinientos niños que podrían ser admitidos sin problemas de espacio.
Las mujeres -que continuaron llegando todo el día- insisten en que tener un centro de estas características abandonado, cuando en Móstoles hay más de 1.600 niños de EGB sin escolarizar, y cuando las únicas guarderías existentes son privadas, situadas en pisos concebidos para vivienda, en los que se mete hasta cuarenta y cincuenta niños en treinta o cuarenta metros cuadrados, es algo inexplicable.
Por la tarde, una comisión de mujeres se entrevistó con el señor González, quien adujo nuevamente que Iviasa no había entregado aún la guardería. Se comprometió sólo a hablar con la empresa, sin garantizar resultados positivos. La comisión insistió en que la máxima autoridad del pueblo tiene medios para exigir a Iviasa la cesión inmediata de la construcción, aparte de manifestar sus dudas sobre la veracidad de lo que se les dijo.
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