Una historia cruel y gratuita

A esta historia, entre grotesca y cruel, le sobra al menos uno de sus ingredientes principales: la telequinesia, poder que, según se explica en la película, permite trasladar objetos de un lugar a otro, con la ayuda de la mente, modesto sucedáneo de otros más importantes incluidos en los filmes de terror tradicionales. Bien es verdad que estamos en una época propicia al mimetismo, a la suplantación; mas comparar a Brian de Palma con Hitchcock raya a su vez, lo mismo que este filme, con lo inverosímil. Es tan absurdo como comparar el verdadero humor con los toques grotescos habituales en las malas comedias o el ingenio medido y sabio, capaz de crear el terror más sutil, con viejos trucos manidos a base de cuchillos, tumbas y efectos especiales, sazonados con pueriles demonologías y momentos de catástrofe.La venganza de esta Carrie, marginada, perseguida y, finalmente, víctima de una broma sangrienta en el sentido más liberal de la palabra, pudo venir por caminos más normales, es decir, más crueles todavía que el de la pura mecánica a la que, en resumidas cuentas, se reduce el poder particular de la protagonista. Se dirá que en tal caso el filme no existiría, y es verdad, Pero en tal caso, su valor -taquilla aparte- subiría muchos enteros en el camino de Fascinación o Hermanas. El aspecto humano -por llamarlo de algún modo-, apenas existe más allá del tópico, aun a sabiendas de que el realizador maneja elementos convencionales, mas sobre todo, el paseo final de la protagonista convertida en robot exterminador, tras de la fiesta y las secuencias preliminares, nos deja ver lo que va de una parte de la historia bien narrada y construida, a una segunda mitad preparada para sembrar el pánico en cierto tipo de espectadores elementales.

De las dos anécdotas paralelas y simultáneas, la que narra la historia de Carrie en casa y la que explica sus problemas en el colegio, con sus compañeras la segunda es tan válida como irotesca la primera. Es válido el ambiente, aunque no nuevo, la violencia de las muchachas, aunque algún personaje, como la profesora de gimnasia, suene a tópico, así como el desarrollo de la fiesta, pero a partir de ésta, la historia deriva no hacia lo fantástico, sino a la pura truculencia dentro de la, moda habitual seguida fielmente por la novela de Stephen King.

Con un guión bien medido en sus efectos, y el habitual acertado reparto, en el que destaca Sissy Stephen, con un personaje a su medida física y su cadencia habitual, esta película, de un antifeminismo agresivo y evidente desde sus primeras imágenes, entretiene, sin embargo, si se consigue olvidar sus excesivas pretensiones y su derroche de sangre, elevada, quién sabe si a categoría de símbolo, por el realizador, consciente de sus propias limitaciones.