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Grupos de accionistas solicitan apoyo del Gobierno para la Bolsa

Es tal la tensión que se registra estos días en el patio de operaciones de la Bolsa madrileña, ante las cuantiosas y continuadas pérdidas de las cotizaciones, que ayer viernes un grupo de pequeños y medianos accionistas, de los que habitualmente concurren a la plaza de la Lealtad, se constituyó en comisión y subió a la planta primera para entrevistarse con el síndicopresidente de la Junta Sindical de Agentes con el propósito de que éste les facilitara una entrevista con el vicepresidente económico, Fuentes Quintana.Don Jaime de Aguilar y Otermín dijo que les procuraría la entrevista, aunque no pudiera acompañarles personalmente, ya que los Colegios de Agentes estaban haciendo gestiones a otro nivel con la misma finalidad: paliar el deterioro del mercado bursátil.

Esta comisión no quedó satisfecha con la explicación y se personó en la sala de prensa, explicando sus argumentos. En síntesis, opinan que todos los grupos sociales (controladores aéreos, personal de la mar, etcétera) hacen reivindicaciones crematísticas y son atendidos por la Administración. En cambio, al pequeño y mediano accionista, durísimamente castigado en los últimos meses, no hay quien le escuche. En consecuencia, estiman que es urgente la constitución formal de un sindicato que agrupe a estos inversores pequeños y anónimos, para que pueda llegar su voz a las autoridades económicas.

Incidiendo en el mismo tema, el síndico de la Bolsa de Bilbao, Fermín Lecanda, ha escrito una carta el ministro de Economía alegando que la caída de la Bolsa no hay que buscarla en la propia institución, sino en la realidad de las empresas. Y pide al Gobierno que potencie la Bolsa con leyes tendentes a mejorar la situación empresarial, muy afectada por la falta de productividad, la falta de continuidad y de autoridad.

El presidente del Banco de Vizcaya en carta a sus accionistas también reconoce la necesidad de que el Gobierno dedique especial atención a la Bolsa, ya que se está corriendo el gravísimo peligro de que se destruyan unos hábitos construidos a lo largo de generaciones y que ha aportado cantidades sustanciales de financiación al capital de riesgo de las empresas, punto fundamental, porque sin ahorro no hay inversión y sin inversión no hay empleo.

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