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Tribuna:La aventura científica del proyecto Voyager / 3
Tribuna
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Grandes satélites con posibilidades de vida en torno a Júpiter y Saturno

La aventura científica del proyecto Voyager se centra en la observación de dos grandes astros: Júpiter y Saturno, y de sus veintidós satélites. En total veinticuatro objetos siderales, algunos de ellos enigmáticos, protagonistas de especulaciones sobre la existencia de vida v avanzadas civilizaciones o quizá solitarias y desiertas rocas van a ser estudiados detenidamente.

Júpiter es la capital de todo un sistema solar. Tanto es así que Galileo bautizó al numeroso grupo de satélites que gira en torno al gigantesco astro con el nombre de mundo de Júpiter (Mundus Iovalis).El mundo de Júpiter podría ser albergue de seres vivientes, según ciertas hipótesis. Si bien el astro irradiante no permitiría la existencia de formas de vida como las terrestres bajo las tremendas condiciones de temperatura y presión que reinan en su superficie, algunos de sus grandes satélites ofrecerían, quizá, si reciben luz y calor del gran astro, posibilidades de subsistencia y desarrollo vital.

De los doce satélites conocidos hasta la fecha, cuatro de ellos tienen verdadera entidad planetaria: Io, Europa, Ganímedes y Calisto. Io dista 419.000 kilómetros de Júpiter, algo más de la distancia de la Tierra a la Luna, siendo su período de revolución aproximadamente el de un día terrestre. Voyager 1 pasará muy cerca de lo el día 4 de marzo de 1979, a las veintitrés horas: sólo a 22.000 kilómetros de distancia.

Europa, el satélite que a 667.000 kilómetros de distancia completa su revolución cada tres días, trece horas y trece minutos terrestres, también va a ser espiado por los Voyager, el 5 de marzo de 1979, a las dos horas, a una distancia de 733.000 kilómetros (V-I), y más tarde, aunque más cerca, por Voyager 2, a sólo 201.000 kilómetros de distancia de la superficie del satélite.

Ganímedes, que dista 1.064.000 kilómetros de Júpiter e invierte siete días, tres horas y 42 minutos terrestres en su revolución, será observado ese mismo 5 de marzo de 1979, a las diez horas, por Voyager 1, a una distancia de 120.000 kilómetros.

Calisto, a 1.871.000 kilómetros de distancia de Júpiter y dieciséis días, dieciséis horas, 32 minutos de período de revolución, presenciará el paso de Voyager 1 el 6 de marzo de ese año, a la una hora, y a una distancia de 120.000 kilómetros. Voyager 2 lo hará después, a 220.000 kilómetros.

Amaltea, otro de los satélites de Júpiter, será visitado el 4 de marzo de 1979, a las dos horas, a una distancia de 415.000 kilómetros, y más tarde, a 550.000 kilómetros, observado por Voyager 2.

Cuando los Voyager, a gran velocidad, hayan atravesado el espacio próximo a Júpiter y sus satélites, los científicos de este planeta dispondrán, probablemente, de datos suficientes para comenzar a conocer con certeza la naturaleza de ese mundo de Júpiter. Pero los ingenios viajeros no habrán cumplido sino una de las etapas de su viaje.

Saturno fue siempre un planeta nervioso. Los pueblos semíticos aprendieron de los caldeos y, los persas a desconfiar de Saturno, desconfianza que para los hebreos, árabes, griegos y romanos se convirtió en signo inequívoco de fatalidad.

Sin embargo, lo cierto es que Saturno es parecido por su tamaño a Júpiter, si bien no ofrece esas características que la moderna radioastronomía ha sabido detectar en la otra estrella del sistema solar, Júpiter. Por el contrario, Saturno sí parece responder a los rasgos típicos de un planeta. No obstante su tamaño, no parece evidente que Saturno, ni los demás planetas alejados del sistema solar, sean fuertes emisoras de energía, como lo es Júpiter. Precisamente este aspecto es uno de los que van a ser investigados por los integrantes del proyecto Voyager.

Para ello han sido dispuestas dos antenas de diez metros que alimentarán dos receptores sensibles, uno de frecuencias comprendidas entre 20,4 y 1.300 Mhz y otro entre 2,3 y 40,5 Mhz. Se intenta con ello comprender los procesos de emisiones hertzianas, tan intensas en el caso de Júpiter, para tratar de averiguar si Saturno y Urano son también generadores de tan intensas energías, sólo comparables a las del Sol, como las que emite el astro gigante.

Saturno se parece a Júpiter por la presencia en él de zonas nubosas claras y oscuras Esto supone la existencia de estaciones acentuadas en el planeta. Sin embargo, lo más distintivo del planeta Saturno es la existencia de un anillo, «único en su tipo entre todos los mundos conocidos », según rezaban las enciclopedias clásicas, pero realmente no es el único, puesto que hoy se conoce la existencia en Urano de un fenómeno similar.

Un anillo y diez satélites

El anillo de Saturno está completamente aislado del planeta y situado en su plano ecuatorial. Su diámetro es de 285.000 kilómetros, y su espesor, de sesenta kilómetros, pero su masa es muy pequeña; en realidad no se trata de un único anillo, sino de un sistema de tres anillos de diferente brillo.

Además de anillos, Saturno tiene nueve satélites, de los que siete van a ser estudiados de cerca. Uno de los satélites de este planeta ofrece un interés especia¡ a los científicos. Se trata del coloso Titán, sexto satélite de Saturno, descubierto por el físico Huygens en 1655, que, con un diámetro aproximado de 4.000 kilómetros, tiene una masa doble que la de la Luna. Titán es el mayor de todos los satélites existentes en el sistema solar, dotado de atmósfera claramente observada desde la Tierra, objeto de obras de ciencia ficción sobre sus supuestos pobladores.

Voyager 1 pasará muy cerca de Titán -a 4.000 kilómetros- y a 60.000 kilómetros de Rea, otro satélite de Saturno muy interesante por la capa de hielo que lo cubre. Voyager 2 recogerá buenas perspectivas de Mirnas, el satélite más cercano de Saturno, y observará Encelado, Tetis, Dione e Hiperión.

Con la observación detallada de Júpiter, Saturno y sus constelaciones de satélites, Voyager termina la parte central de su investigación. Pero todo ha sido dispuesto para que, con los mismos medios y recursos, la investigación pueda, proseguir. Más allá de Saturno van a ser observados, aunque con menos rigor, los planetas restantes de nuestro sistema solar: Urano, Neptuno y Plutón. Urano, con cinco satélites, protagonizo un reciente descubrimiento astronómico: la existencia de anillos similares a los de Saturno.

Después de ello, los Voyager se alejarán de nuestro sistema solar y tendrá lugar una peripecia científica de milenlos. Sólo durante una parte de este tiempo los Voyager estarán desconectados con nuestro mundo. Después enmudecerán para todos los radioobservatorios terrestres.

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